¿Alguien se atreve a cuestionar el compromiso? Opinión de Cristina Fernández y María García, becadas en Paraguay del proyecto de sensibilización financiado por la AACD

Jun 8, 2022

Cristina Fernández García y María García Llano. Enfermeras becadas en Paraguay del proyecto Sensibilización de los profesionales de Enfermería de Asturias sobre las desigualdades mundiales, el respeto a los derechos humanos y la igualdad de género. Hacia el logro de la Agenda 2030. Con la financiación de la Agencia Asturiana de Cooperación al Desarrollo, AACD.

En no pocos sitios hemos leído que el compromiso de la enfermería con la sociedad pasa por «proteger la salud de las personas y garantizar la seguridad de los pacientes desde una práctica ética, autónoma y competente». Ciertamente, en los últimos años, pocas son las personas que se cuestionan este aspecto: La pandemia por Covid-19 ha puesto de manifiesto ese compromiso que, lamentablemente, ha pasado por el fallecimiento de algunas de ellas.

No obstante, una no deja de sorprenderse al conocer el modo en el que profesionales sanitarios de otros países llevan a cabo su labor asistencial y lidian con las dificultades del día a día para seguir protegiendo la salud de la población a la que atienden.

El 2 de junio estuvimos con el equipo de la Unidad de Salud Familiar (USF) de las Colinas de Sebalinos Cue en la región Central de Paraguay. Está asentado en una amplia zona que incluye población vulnerable, de muy escasos recursos y con unos determinantes de la salud que condicionan de forma negativa la misma. Allí trabajan 1 licenciada enfermera, 3 agentes comunitarias y 1 médico. Lo primero que llama la atención es el espacio: sencillo, muy escaso (la sala de espera está en la calle y se comparten las 3 salas de trabajo que hay), pero con alegres colores en las paredes y murales informativos construidos por los propios profesionales.

A medida que transcurre la conversación, su entrega y compromiso en el ejercicio de su labor asistencial no ofrece lugar a dudas. El Ministerio de Salud Pública y Bienestar Social, de quien dependen y a quien deben rendir cuentas cada mes, les exige atender a la población de su zona básica de salud y la próxima, hacer 20 talleres mensuales de Educación para la Salud y realizar 5 visitas domiciliarias diarias.

Hace un año se hundió el edificio donde se alojaba la otra USF, el personal fue derivado a otros centros y los pacientes de esa zona, a la USF de las Colinas. 1700 familias nuevas, que no cartillas. A esta presión asistencial se suma el hecho de que no hay Administrativo en el centro desde hace meses y el resto de profesionales se reparten sus funciones y que en no pocas ocasiones no disponen de los medicamentos o material sanitario necesario para llevar a cabo su labor.

Lo narrado hasta el momento, parece suficiente para ver el ingente trabajo que realizan. El asombro viene cuando te cuentan que el único ordenador que hay en el centro fue donado por un proyecto de cooperación y dos profesionales traen sus propios ordenadores cada día; que el wifi está pagado por el médico; que todo el personal ha puesto dinero para pintar el centro; que nadie cobra los desplazamientos a los domicilios de los pacientes o las escuelas; que las copias de los documentos que deben remitir al Ministerio salen cada mes de su bolsillo, bolsillo del que también salen los materiales que entregan a los pacientes durante la realización de los talleres…

Y todo ello manteniendo la profesionalidad, la preocupación por sus pacientes y la sonrisa. ¿Alguien se atreve a cuestionar el compromiso?

Te puede interesar: