El valor de equivocarse en un entorno controlado

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18 de noviembre de 2025

El valor de equivocarse en un entorno controlado

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18 de noviembre de 2025

Loira Fernández

Directora del Centro de simulación clínica de Fuden

En la formación sanitaria, pocas palabras generan tanta incomodidad como “error”. Desde nuestros primeros pasos como estudiantes aprendemos que equivocarse no está bien, que el error tiene consecuencias, y que en un entorno clínico real puede marcar un antes y un después en profesionales, pacientes e instituciones.

Sin embargo, cuando hablamos de simulación clínica, todo cambia. Aquí, equivocarse no duele. De hecho, equivocarse es necesario.

Aprender sin miedo

centro-de-simulación-clínicaLa simulación nos permite crear un entorno seguro, donde los profesionales pueden poner en práctica sus conocimientos, probar decisiones, experimentar estrategias y, sí, también fallar. Pero fallar aquí no tiene consecuencias negativas: tiene un propósito.

En un entorno controlado, el error se convierte en una herramienta pedagógica. No se penaliza, se analiza. Cada fallo se transforma en una oportunidad para comprender qué ocurrió, por qué tomamos ciertas decisiones y cómo podríamos mejorar la próxima vez.

El error como experiencia transformadora

La teoría del aprendizaje experiencial de Kolb nos recuerda que el conocimiento se construye a partir de la experiencia, la reflexión y la acción. En simulación, este ciclo se vive en primera persona: actuamos, nos equivocamos, reflexionamos y mejoramos.

Durante el debriefing, ese momento posterior a la simulación donde el equipo analiza lo ocurrido, el error deja de ser una amenaza para convertirse en una fuente de aprendizaje colectivo. Es ahí donde descubrimos cómo pensamos, cómo nos comunicamos y cómo reaccionamos bajo presión.

Cultura de seguridad y reflexión

En sanidad, hablar de seguridad del paciente es también hablar de seguridad del profesional. Si no existe un espacio donde practicar, entrenar y equivocarse sin miedo, la mejora continua es imposible. La simulación clínica fomenta una cultura de seguridad basada en la reflexión y la transparencia.

Equivocarse en un entorno controlado es una forma de proteger al paciente en la vida real. Cada simulación que termina con un “podríamos haberlo hecho mejor” es una inversión en calidad asistencial y en crecimiento profesional.

Fallar para avanzar

En nuestro centro de simulación lo decimos a menudo:

Aquí fallar no pesa, impulsa.

Porque cada error cometido en la simulación es un acierto en el futuro. Es una curva de aprendizaje que se eleva, una lección que se integra y una experiencia que transforma la práctica clínica.

Así que la próxima vez que sientas que te has equivocado en un escenario de simulación, recuerda: no has fallado, has aprendido sin poner en riesgo a nadie. Y ese, quizás, es el mayor valor de todo este proceso.

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