Loira Fernández
Directora del Centro de simulación clínica de Fuden
En el mundo de la simulación clínica, buscamos crear experiencias que sean lo más cercanas posible a la realidad asistencial. Los participantes deben sentir que están en una situación clínica auténtica, con toda la presión, la incertidumbre y la necesidad de tomar decisiones que eso implica.
En este escenario, las cámaras de Gesell se han convertido en una herramienta muy valiosa.
La cámara de Gesell es una sala diseñada para permitir la observación de personas sin que estas sean conscientes de quién las observa. Está formada por dos espacios separados por un cristal unidireccional: el lado del observador es una “ventana”, mientras que el lado de los observados parece un espejo. Además, suele estar equipada con sistemas de audio y vídeo.
Su origen se remonta a mediados del siglo XX, cuando el psicólogo y pediatra estadounidense Arnold Gesell la ideó para estudiar la conducta de los niños en un entorno natural, sin que la presencia del observador alterara su comportamiento. Con el tiempo, este recurso se extendió a otros ámbitos: desde la psicología hasta los interrogatorios policiales o la toma de declaraciones judiciales de testigos vulnerables, especialmente menores. La idea siempre fue la misma: observar sin interferir.
En simulación clínica, hemos encontrado en las cámaras de Gesell un aliado perfecto. Nos permiten observar lo que sucede en un escenario clínico simulado sin alterar el comportamiento de los estudiantes, garantizando que actúen con naturalidad y realismo.
Realismo y no interferencia
Una de las claves de la simulación clínica es el realismo: que los participantes actúen como lo harían en la vida real. Cuando sienten la mirada constante de instructores en la sala, tienden a comportarse de manera diferente, a “actuar para ser evaluados” en lugar de sumergirse en el caso.
Las cámaras de Gesell eliminan esa presión. El instructor y/o debriefer puede observar con detalle lo que ocurre, tomar notas e identificar puntos clave, mientras los participantes se concentran en el escenario con la máxima naturalidad.
Un ambiente seguro y auténtico
La simulación clínica no es un examen, es un espacio de aprendizaje. Por eso, además del realismo, debemos garantizar un ambiente seguro, donde los estudiantes sepan que pueden equivocarse sin miedo a juicios. Estas cámaras nos ayudan a mantener ese clima: observamos lo que sucede sin interrumpir, sin generar ansiedad añadida, y recogemos la información necesaria para trabajarla después.
El debriefing: donde ocurre la magia
Todo lo que se observa tras el espejo cobra sentido en el debriefing. Este espacio de reflexión guiada es donde los participantes analizan lo que sintieron, lo que hicieron y por qué lo hicieron, y lo que podrían mejorar o hacer de manera diferente. Gracias a la observación discreta, el instructor/debriefer llega al debriefing con una visión global del caso y puede guiar la conversación de manera más efectiva.
Un buen debriefing no se limita a señalar errores: explora los procesos de pensamiento, las emociones y las decisiones que llevaron a actuar de una determinada manera. Es ahí donde el aprendizaje se consolida y donde las cámaras de Gesell muestran su verdadero valor: permiten que la experiencia se viva en condiciones reales y luego se traduzca en una reflexión profunda y transformadora.
Y aunque en las películas solemos verlas en salas de interrogatorio en departamentos de policía, con sospechosos y detectives tomando café detrás del cristal, nosotros las usamos con otro fin: Lo que en cine es sinónimo de drama policial, en simulación se convierte en una ventana al aprendizaje y la reflexión.