Los datos del INE indican que en 2022 la esperanza de vida en España era de 80,4 años para hombres y 85,7 para mujeres. Según un estudio publicado en The Lancet, esta podría alcanzar los 88 años en 2100. Este aumento conllevará una mayor prevalencia de comorbilidades, hospitalizaciones y procedimientos como las transfusiones. 

La OMS advierte que los eventos adversos en la atención sanitaria son una de las principales causas de muerte y discapacidad, afectando a uno de cada diez pacientes. Muchos de estos casos son evitables, como errores en la identificación de pacientes o transfusiones incorrectas. Prevenirlos no solo mejora la calidad asistencial, sino que también reduce costes sanitarios. 

Las transfusiones de componentes sanguíneos salvan vidas, pero implican riesgos. Por ello, la normativa europea y española ha establecido estándares de seguridad y trazabilidad, así como la obligación de reportar eventos adversos mediante sistemas de hemovigilancia. La OMS también ha promovido guías para reforzar la seguridad transfusional. 

El término hemovigilancia surgió en Francia en 1991, extendiéndose rápidamente a otros países. A partir de 2007, gran parte de Europa ya contaba con sistemas integrados de hemovigilancia. 

Ante esta necesidad, surgió la figura de la enfermera de hemovigilancia, profesional clave en la supervisión del proceso transfusional. En 2002 se impulsó su incorporación en los hospitales, destacando su papel como nexo entre laboratorio y unidades clínicas. 

Estas enfermeras están presentes en todas las etapas del proceso, velando por la seguridad, actuando ante reacciones adversas e impulsando buenas prácticas. Las Enfermeras de Práctica Avanzada en Hemovigilancia (EPA HV) son profesionales que ejercen liderazgo clínico, autonomía, capacidad docente e investigadora, y compromiso con la mejora continua y el uso eficiente de recursos impactando directamente en la calidad y seguridad del paciente. 

Enfermera de práctica avanzada en la atención a pacientes con enfermedades hematológicas 

El trasplante de progenitores hematopoyéticos (TPH), junto con la terapia celular, es una opción terapéutica fundamental para tratar diversas enfermedades hematológicas malignas y no malignas, así como algunos tumores sólidos, siendo en muchos casos la única vía curativa. En relación con estas nuevas terapias que se están implementando tanto nivel nacional como internacional, se requieren de unas funciones y actitudes que se pueden alcanzar a partir de una práctica avanzada en enfermería, pues estos profesionales de la salud poseen una destacada autonomía, responsabilidad y, además, la capacidad de desarrollar y desempeñar las habilidades teóricas y clínicas avanzadas mediante educación, investigación y liderazgo. 

En Estados Unidos se realizan anualmente cerca de 24.000 TPH. En España, el Registro Español de Donantes de Médula Ósea (REDMO) inició su labor en los años 90 y, con el impulso del Plan Nacional de Médula Ósea (PNMO) en 2013, se ha potenciado la captación de donantes. Desde los años 70, más de 60.000 pacientes han recibido un TPH en el país; solo en 2018 se realizaron más de 3.300. 

El TPH es un procedimiento complejo, con alto contenido tecnológico y múltiples riesgos clínicos, que exige protocolos rigurosos de calidad en todas sus fases: recolección, procesamiento, criopreservación y administración. Además, la incorporación de terapias avanzadas como las células inmunoefectoras (IEC) añade nuevos desafíos clínicos y de seguridad. 

Dado su carácter agresivo, el TPH conlleva potenciales complicaciones graves como fallo del injerto, infecciones, recaídas o enfermedad injerto contra receptor (EICR). Los pacientes requieren seguimiento intensivo y especializado en todas las etapas del proceso, desde la preparación hasta la rehabilitación post-trasplante. 

La terapia de células CART está compuesta por seis etapas: la acogida y valoración de los pacientes, leucoféresis, producción de células CART y/o terapia puente, tratamiento linfodeplectivo, infusión de los CART, y seguimiento y vigilancia de éstos.  Las EPAS constituyen un punto fundamental en los equipos de las unidades de terapias avanzadas gracias al cribado temprano de los pacientes candidatos para recibir la terapia, la coordinación de las etapas del tratamiento y el control hemodinámico meticuloso de estos, las enfermeras constituyen parte del éxito de los resultados de la población diana de la revisión y reducen el riesgo asociado a los efectos adversos derivados de la terapia. 

Ante esta realidad, las Enfermeras de Práctica Avanzada (EPA) en TPH y terapia celular han emergido como figuras clave. Su enfoque integral y capacidad de liderazgo clínico contribuyen a una mejor coordinación asistencial, identificación temprana de complicaciones y mejora de los resultados en salud, calidad de vida y satisfacción del paciente.  

Este MOOC busca visibilizar y valorar el impacto de las EPA en Hemovigilancia y TPH, abogando por un mayor respaldo normativo y profesional para fortalecer su desarrollo en el sistema sanitario. 

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Desde la Escuela de Liderazgo de Fuden queremosanalizar la situación actual de los nuevos roles emergentes de los profesionales de enfermería, incluyendo el perfil de la EPA en hemovigilancia y EPA en la atención a pacientes con enfermedades hematológicas. Estas enfermeras se diferencian de las enfermeras de cuidados generales en que suelen tener niveles de autonomía altos a nivel clínico, docente, valoración de pruebas diagnósticas, resolución de problemas de adherencia al tratamiento, detección de complicaciones, acciones de prevención, educación, soporte psicológico y gestión de recursos materiales y humanos. 

Si quieres conocer más sobre este perfil profesional, os animamos a participar en el MOOCPerfil de la enfermera de práctica avanzada en hemovigilancia y enfermera de práctica avanzada en la atención a pacientes con enfermedades hematológicas , una formación gratuita y acreditada con 25 horas y 1 ECTS por la Universidad de Castilla-La Mancha.  

MÁS INFORMACIÓN 

  1. Amezcua Sánchez, A, Rebollo Gómez, P y Sevilla Guerra, S. Liderazgo del futuro. La Enfermera de Práctica Avanzada. Madrid: FUDEN;2022. 
  2. Bosch A. Los retos pendientes: La enfermera de hemovigilancia, la formación y capacitación, el uso óptimo. Blood Transfusion. 2014;12(4):416-417. Disponible en: https://ihn-org.com/wp-content/uploads/2019/08/inv-07-Alba-Bosch-.pdf 
  3. Enfermería en Desarrollo. Irene Iniesta González. La Enfermera de Práctica Avanzada en hemovigilancia como referente de seguridad transfusional. [Internet]. Enfermería en Desarrollo; [citado el 6 de febrero de 2025]. Disponible en: https://enfermeriaendesarrollo.es/premios/candidaturas/irene-iniesta-gonzalez/ 
  4. Montoro Lorite M., Solano M., Güell E., Serrahima A., Andersson Vila C., Valverde M., Lahoz S. Competencias de la enfermera de práctica avanzada de hematología en la terapia CAR-T. Metas de Enfermería. Vol. 23, Nº3, 2020, págs. 24-32 
  5. Soldevilla de la Esperanza MP. Labor de la enfermería española de hemovigilancia. Revista ROL de Enfermería. 2022;45(6):390-398. doi:10.55298/rol2022.4544 
  6. Unidad de Hemovigilancia, Ministerio de Sanidad. Informe de hemovigilancia. 2020. Disponible en: https://www.sanidad.gob.es/profesionales/saludPublica/medicinaTransfusional/hemovigilancia/docs/Informe2020.pdf  

 

 

Verónica Illana
Enfermera de Práctica Avanzada en Hematología | + posts