El paso de los años ha demostrado la opresión y sumisión de las enfermeras en pro de la atención médica. En un sector dominado tradicionalmente por los hombres (como médicos) sobre las mujeres (como enfermeras), no solo el machismo social ha afectado a la libre progresión de la enfermería, también ha conducido a que toda evolución del empoderamiento a nivel profesional venga ligado a ese comportamiento social, y viceversa. No hay duda de que esto ha influido en los comportamientos de liderazgo de enfermería (1). Sin embargo, al mismo tiempo que avanzamos en derechos y empoderamiento, las nuevas necesidades de atención han allanado el camino para la aparición de nuevos líderes “eficaces y bien preparados” en el campo de los cuidados.
 
En primer lugar, debemos ser conscientes de lo que significa ser líder. Esta definición no puede limitarse solo a la figura de alguien que ocupa un puesto de responsabilidad porque, si lo pensamos bien, ¿qué mayor responsabilidad puede haber que cuidar de 16 o más pacientes? Cada uno de ellos con sus necesidades, con sus miedos, con sus deseos, etc. Y es que comprender, cuidar, entender, ayudar, relacionarse… son capacidades que nos hacen líderes. Por eso, cualquier enfermera es capaz de ser líder. Forma parte de su formación, de su ADN, y solo tiene que ejercitarse en ello. Como el que coge una vía. Desarrollar las capacidades hace de nosotras mejores líderes, y debemos coger la batuta que la sociedad y nuestra profesión nos brindan.
 
Si de algo podemos estar seguros es de las increíbles posibilidades que se abren ante la enfermería para ser dueña de su futuro y partícipe de su propio control y liderazgo. Con la pandemia de la COVID-19 surgieron nuevas necesidades que antes se creían controladas. La urgencia y emergencia derivadas de la nueva situación epidemiológica puso de manifiesto que la enfermería debía dar un paso adelante en pro de la seguridad y bienestar del paciente, profundizando y comprendiendo mejor el fenómeno (2).
 
No podemos olvidar los primeros días de la pandemia. Días oscuros para el saber científico donde los protocolos cambiaban día a día y los tratamientos se limitaban a la parte sintomatológica de la enfermedad. Ese mismo desconocimiento hacía imprescindibles unos cuidados integrales, basados en la calidad asistencial y en el bienestar del paciente (incluido el periodo de transición al final de la vida), asegurando el acercamiento humano y cubriendo las necesidades psicológicas y emocionales. La enfermería es líder “enfatizando estrategias para aumentar la seguridad” (3) y la calidad humana en su atención.
 
El nuevo afrontamiento ha puesto de manifiesto la resiliencia de los sanitarios, como forma de adaptación a la inseguridad establecida con la COVID-19, al mismo tiempo que solicitaba una mayor protección de los trabajadores que no solo se enfrentaban a una nueva enfermedad, también a sus consecuencias emocionales; “un desafío para los líderes” durante esta situación desconocida (3).
 
“El liderazgo auténtico es aquél que hace que la gente se sienta atraída por ciertas organizaciones”, por ciertos profesionales. “Estos líderes auténticos brindan cada día al lugar de trabajo, amor, principios centrados en las relaciones e inspiración” (4). Quiroga, en su artículo ‘La importancia del liderazgo en el desarrollo de nuestra profesión’, insiste en las 5 C del liderazgo: carácter, compromiso, conexión con los demás, compasión y cuidado, y confianza.
 
Sin embargo, aún depende de nosotras continuar en la lucha por nuestros derechos, por el empoderamiento y por resaltar la figura de la enfermera como líder capaz de ocupar cualquier puesto directivo. La enfermería es líder del cuidado, de eso no puede haber duda, pero somos nosotras, como profesionales, quienes debemos demostrar nuestras capacidades y nuestra relevancia social, inundando aquellos espacios que nos pertenecen y donde otros profesionales se hacen hueco a costa de nuestras funciones y conocimientos. Educar en salud, mejorar la atención al paciente, darnos a conocer, aprender y formar… son algunas de las limitaciones autoimpuestas que debemos aún superar para acercarnos a la población y participar donde nos buscan.
 
Todas las enfermeras debemos ser líderes del cambio, debemos lograr el potencial máximo desempeñando tareas que tengan “la mayor repercusión en la mejora de los resultados” (5). El documento ‘Futuro de la enfermería’ (2010) ya informaba del papel imprescindible que debía tener la enfermería en la transformación de la atención sanitaria. De nosotras depende la fuerza con la que nuestra profesión lleve a cabo la incursión definitiva para el reconocimiento profesional y social que tanto merecemos.
 
 
BIBLIOGRAFÍA
 
1. Anders, RL, Jackson, D., Davidson, PM y Daly, JP (2021). Liderazgo en enfermería para el siglo XXI. Revista latinoamericana de enfermagem , 29 , e3472.
2. Martinez Estalella, G., Zabalegui, A., Sevilla Guerra, S., & en nombre del Comité Técnico de la Dirección Enfermera (CTDE) (2021). Gestión y liderazgo de los servicios de Enfermería en el plan de emergencia de la pandemia COVID-19: la experiencia del Hospital Clínic de Barcelona [Management and leadership of nursing services in the emergency plan for the pandemic COVID-19: the experience of the Clinic Hospital of Barcelona]. Enfermeria clinica (English Edition), 31, S12–S17.
3. Bernardes, A., Gabriel, CS y Spiri, WC (2021). Relevancia del liderazgo en seguridad del paciente en el contexto actual. Revista latinoamericana de enfermagem, 29 , e3484.
4. Quiroga A. (1999). La importancia del liderazgo en el desarrollo de nuestra profesión. Enfermería neonatal.Pag 22-24.5.Iacono L, Altman M (2017). Las enfermeras como líderes del cambio. Nursing (edición española), 34(2), 36-39.
Jhonn Carlos Cruz Salcedo
Enfermero y periodista | + posts