¿Realmente en una oposición se evalúa tu conocimiento?
Se acerca el final del año y, con ello, muchos procesos de oposición se aceleran. La proximidad del 31 de diciembre hace que las administraciones entren en una tendencia de “ladera abajo” donde parecen una roca enorme que no deja de ganar velocidad y ya no hay quien la pare. ¿Saben dónde van? ¿Pueden cambiar su rumbo? ¿Tan siquiera se movían hace un mes? La respuesta a todo ello es, por desgracia, justo la que te estás imaginando, pero tu única misión en este momento es evitar que esa colosal roca te aplaste.
Emplear el símil anterior tiene como objeto ilustrar la indefensión que a veces siente un opositor durante su proceso de preparación: no eres tú quien controla los tiempos; te has sumado a un proceso cuyas reglas no han sido consensuadas o debatidas por parte de sus participantes; no tienes generalmente un temario cerrado por parte del tribunal; durante meses desconoces la fecha de examen, hay casos en los que se oculta hasta la propia duración de la prueba de examen… a veces te detienes un segundo en mitad de esa ladera y es inevitable pensar lo arbitrario que es este proceso.
Aunque lo descrito en el párrafo previo es cierto, sí quisiera acotar su envergadura. Desde luego, en una oposición de Sanidad hay muchísimos aspectos que escapan al control del opositor, pero el problema no radica en ellos, sino en el cúmulo de razonamientos que te generan una indefensión aún mayor y que, sin embargo, no resisten al análisis lógico. ¿Hablamos de alguno de ellos?
Junto a las innegables prisas de la administración, en la mente del opositor (sobre todo del opositor preparado) emergen ideas que hay que saber gestionar, una de ellas es “yo realmente no sé tanto”. Efectivamente, aun obteniendo buenos resultados en los simulacros y pruebas de conocimiento, seguramente si eres una persona crítica y sensata, al pararte a pensar llegarás a la conclusión de que “tú no sabes demasiado”. No te lo discuto, pero sí te lo matizo: ¿acaso esto va de “saber”? De “SABER” con mayúsculas, quiero decir. ¿Realmente en una oposición se evalúa tu conocimiento, o en verdad se criba tu capacidad para responder preguntas de test? Aunque pueda parecer lo mismo, la realidad es que tú podrías, por ejemplo, saber responder preguntas aisladas sobre RCP y, al mismo tiempo, no tener ni la menor idea de cómo ejecutar esa maniobra en la vida real, o de cómo impartir una formación básica al respecto, o de la fisiopatología subyacente… si tú supieses de verdad sobre la materia podrías enfrentarte a muchos de esos escenarios, o defenderte en una pregunta de redacción libre, por ejemplo.
Bien y dicho lo anterior, ¿sabes que la inmensa mayoría de preguntas sobre RCP que aparecen en las OPES las resuelven casi con el mismo resultado los instructores de RCP y los opositores que han recibido nociones sobre el tema durante 20 minutos? El camino para el primero supone decenas o cientos de horas de preparación; para el segundo son tal vez 120 minutos de tiempo acumulado de estudio durante toda su preparación. ¿Quién de los dos sabe? Obviamente el primero. ¿Quién puntúa más en el examen? Ambos obtendrán calificaciones muy parecidas. ¿Quién ha sido más eficiente de cara a la oposición? Eso ni lo respondo…
«El truco en una OPE es responder preguntas en formato test»
Efectivamente, esto no va de saber; el truco en una OPE es responder preguntas en formato test ya sea por descarte, por técnica de test, por memoria de reconocimiento o por cualquier canal; por ello, no te dejes vencer por la sensación de no saber muy bien si estás aprendiendo algo: claro que lo estás haciendo; estás aprendiendo a resolver un trámite administrativo. Una oposición no tiene más valor real que eso ni te va a conferir unos conocimientos sólidos y duraderos, a lo más que puedes aspirar en ella es a descubrir algún apartado que te atraiga y dejarlo apuntado en tu libreta de asuntos pendientes para estudiarlo (ahí sí, de verdad) cuando tengas tiempo para aprender contenido relacionado con tu profesión.
Esta visión no es agradable; esta forma de “saber” choca frontalmente contra tu “yo” profesional, ese que se forma de manera honesta para proveer mejores cuidados y asistencia. Cierto todo ello, pero no eres tú quien ha erigido todo este sistema; no eres tú quien ha puesto ahí la ladera y mucho menos quien ha empujado la enorme roca cuesta abajo. Tu único objetivo es sacarte una plaza. SABER es una aspiración deseable, ojalá algún día sea justamente eso lo que se evalúe.