Cómo aprovechar el tiempo cuando preparas una oposición
Escribiendo este post, me viene a la cabeza una pregunta más profunda de lo habitual: ¿qué es estudiar una oposición? Sin duda, las respuestas que pueden surgir aquí son múltiples, pero esta vez nos interesa una que tal vez no sea la más frecuente.
Prepararse una oposición es atreverse a cuestionar la mayoría de los detalles de tu vida con el fin de obtener el resultado deseado en el menor tiempo posible.
Si has leído algún otro de nuestros post, recordarás que siempre hemos tratado de hacerte reflexionar. Nuestro objetivo es que te plantees que cada pequeño detalle es susceptible de modificación: el secreto está en saber ponderar cuánto esfuerzo implica el cambio y cuánta rentabilidad aporta.
En esta misma línea de pensamiento te invitaría a plantear tu derroche cotidiano de tiempo. ¿Procrastinas? ¿Tienes la sensación de tener fugas de productividad alarmantes? Generalmente, hay dos tipos de opositores: los que saben que pierden el tiempo, y los que aún no lo han descubierto. Bueno, para ser justos, eso es aplicable a cualquier persona; la idea no es caer en el abatimiento por ello sino más bien intentar plantear qué herramientas hay a tu alcance para mejorar esta coyuntura.
Analiza cómo es tu día a día
Si quisiese transitar esta senda de pensamiento, en primer lugar intentaría plantear cómo es tu día a día. Si te pidiese que describieras tu jornada estándar desde que te despiertas hasta que te duermes, seguramente lo harías de una manera honesta, pero tal vez te dejes en el tintero algunos detalles importantes. Los verbos anteriores no estaban elegidos por casualidad: «despiertas» y «duermes». «¿Te despiertas» es lo mismo que «te levantas»? «¿Te duermes» es lo mismo que «te acuestas»? Si analizamos el tiempo existente entre despertarse y levantarse, o entre acostarse y dormirse, ya deberíamos ir entendiendo por dónde discurre este post. La mayoría de los opositores, sin saberlo, dilapidan una cantidad de tiempo asombrosa en lapsos que ni perciben.
Si la reflexión anterior te representa, intenta pensar ahora en el resto de la jornada. ¿Te atreverías, mediante una estimación rápida, a decir cuánto tiempo improductivo padeces en tu día a día? Con esta pregunta no quiero que entiendas el descanso o el ocio como un despilfarro, sino que pongas el foco en algo fundamental. Como decíamos; ¿cuánto tiempo desperdicias según una estimación rápida? Ahora, tras responder, si lo midieses realmente, ¿saldría una cifra mayor?
¿En qué «perdemos» el tiempo?
En nuestro entorno existen múltiples sumideros de tiempo productivo: vivimos en un mundo de hiperconectividad e inmediatez que nos hace permanecer en constante alerta y necesidad de respuesta. Estamos condenados a la perpetua primicia que, realmente, no es más que la enésima remasterización de una película que ya hemos visto antes. Esto, que de por sí es una tendencia cuestionable, se vuelve aún más lacerante cuando se estudia una oposición. ¿Porque me roba tiempo de estudio? ¡Porque te roba tiempo de vida!
Cuando empieces el estudio sistemático descubrirás, sobre todo si trabajas, que la cantidad de horas libres que le quedan al día son pocas. A medida que la fecha de examen se acerca, la sensación es que el tiempo disponible es ridículo. Derivado de lo anterior, tendemos a sacrificar aspectos de nuestra vida como salir a tomar un café, pasear, una cena con nuestras amistades, etc. Precisamente, en un proceso donde la estabilidad mental y el buen humor son herramientas de armonía impagables, nos privamos del ocio de calidad por falta de tiempo y, a la vez, dejamos que nuestro reloj de arena se consuma en vacuidades.
Hábitos cuestionables cuando preparas una oposición
Este post es la antesala de otros varios que iremos publicando sobre los hábitos cuestionables. Con la entrega de hoy no pretendemos que empieces a ser como esa versión satírica de Rober Bodegas que amanece a las 5:00 a.m. y es un memo a tiempo completo. Lo que deseamos es que empieces a darte cuenta de que por motivos casi inevitables, todos antes o después nos vemos inmersos en un espiral de consumo de vacío donde, por ejemplo, la pantalla de un móvil nos vampiriza y nos aleja de aquello que realmente puede sernos útil. Vivimos en un estado de estrés sobredimensionado en el que para todo nos falta tiempo mientras que nuestras horas se acumulan en el historial de reproducciones de una APP, en búsqueda de perfiles cercanos, en consumo de anuncios, en caramelos explosivos, en virales, en redes, en… en nada realmente. Casi todo lo que demanda a gritos de nuestra atención no se sostendría en pie ni un segundo ante un reflexivo silencio.
«Si se callase el ruido oirías la lluvia caer».
Recuerda, no se trata de que empieces una vida ascética, pero tal vez el valor del silencio, la pausa y la desconexión puedan acabar ofreciéndote mayor rédito en una oposición que varios buenos manuales de estudio. Saber frenar es, casi siempre, la manera más rápida de alcanzar tu destino.