La comparación con el resto de opositores

El post que te ofrecemos hoy es la continuación de la anterior entrega: “La OPE está aquí y yo no sé nada”. Si recuerdas, en ese post hablábamos sobre la sensación de indefensión que se tiene ante una OPE de Sanidad y, al mismo tiempo, de las ideas que son verdades a medias pero que generan un lastre enorme en tu confianza y rendimiento. En la anterior entrega se abordaba de manera personal la sensación de desconocimiento; esta vez trataremos la comparación con el resto de competidores.

Hoy más que nunca podríamos decir que vivimos en un mundo donde compararse es una acción no solo inevitable, sino además arbitrariamente impuesta por quien obtiene rédito de ello. Los sistemas de recompensa inmediata de las redes sociales, los likes, los filtros y la exposición exacerbada de nuestra intimidad genera una necesidad constante de comparación: me comparo con mi entorno, me comparo con la aceptación o la buena acogida que genera la reflexión de una persona, me comparo con la vida que muestra la gente que sigo y, lo que es aún más dramático, me comparo con la proyección de lo que yo podría llegar a ser con unos cuantos retoques de quirófano y estética. Desde luego, esto parece estar muy bien orquestado para generar en nosotros una sensación de insatisfacción constante y una inseguridad que nunca se resolverá con la misma receta que la origina.

Muy bien, y además de disonancia cognitiva que nos crea el sistema, ¿qué tienes hoy para mí? Pues lo que te traigo es justamente un paralelismo. Todo lo descrito arriba, estarás de acuerdo conmigo, es una simple proyección exterior que hacen seres muy similares a ti. El drama no es que alguien comparta sus vacaciones paradisiacas, el problema radica en que tú creas que eso es su vida, su auténtica realidad. Si tú comparas tu anodina cotidianidad con su trepidante “Timeline” de red social, la bofetada de insatisfacción que te vas a llevar va a resonar en cada rincón de tu casa. Pero claro, tú no cometes ese error; tú sabes que esa proyección es un destilado injusto e irreal que esa persona hace para reafirmar la persona que quisiera ser… porque eso lo sabemos todo, ¿no? Claaaaaro, claro que lo sabemos, pero eso por desgracia sigue generando una mella en tu interior a través de mecanismos imperceptibles.

Por más que conozcas la inexactitud, si no realizas cierto trabajo de aterrizaje mental, es muy fácil que te encuentres flotando en un mar de necesidades impuestas.

¿Y qué diablos tiene que ver esto con las OPES de Sanidad? La idea es blindarte ante las comparaciones deshonestas. ¿Alguna vez has llegado a tu puesto de trabajo y has escuchado a otro compañero/a diciendo lo mucho que ha estudiado o lo bien que lleva tal o cual tema? ¿Alguna vez han puesto ante ti unos resúmenes impecables o un manual lleno de anotaciones y bien subrayado sin una causa real que justifique la acción? Si es así, entonces, amigo mío, estás siendo manipulado exactamente igual que cuando te enseñan que su vida son bailes y viajes por África. Puede que tu compañero no esté buscando necesariamente desmotivarte a ti; quizás sus intenciones solo sean reafirmarse el mismo; tal vez esa compañera solo esté intentando autoconvencerse de que está avanzando, de que lo está haciendo muy bien y por desgracia tan solo sabe alcanzar cierta paz interior a través de la exposición constante y aprobación externa… a estas alturas de la película y viendo cómo funcionan las redes sociales, ¿quién podría culpar a esa pobre persona de haber caído hasta esos límites de la inseguridad? No lo juzgues, no lo ridiculices, pero no le prestes demasiada atención: alguien que realmente está esforzándose día a día y cumpliendo objetivos no actuaría así. Créeme, quien brilla con luz propia no necesita pasarse el día alumbrándose con un foco.

Siguiendo en la línea de la comparación deshonesta, me vienen a la mente las plataformas de formación y los rankings. ¿Alguna vez te has parado a pensar que un ranking generado a través de una prueba de conocimiento ejecutada en casa solo tiene valor predictivo positivo? Es decir, si tú has introducido tus datos de manera realista en la plataforma y alcanzas el percentil 95 en el ranking, ese valor es real. Pero, si del mismo modo, tú de manera absolutamente honesta introduces tus datos y eres percentil 50 ¿realmente estás en ese rango? Rotundamente NO. La gente miente, a veces no lo hace con malos fines: a veces necesitan reafirmarse. Puede que en ocasiones sí haya quien con malas artes busca desmotivar al resto; otras veces es sin intención. Un ejemplo de cómo falsear los valores sin querer dañar: ante un test de 40 preguntas, primero las hacen en sucio, luego buscan en los manuales las respuestas que dudan o no saben y, cuando creen tenerlo listo, lo suben a la plataforma. ¿Su objetivo era mentirte o mentirse? Quizás no, solo buscaban estudiar y corroborar sus respuestas, pero tú no sabes eso y te estás comparando con la versión adulterada de un hipotético rival temible… rival que en el fondo sabe lo mismo o menos que tú.

¿Sabes cuándo todo esto se desmorona? Si en tu academia sueles oscilar el percentil 66 en las pruebas domésticas y luego en las presenciales (simulacros físicos con tiempo, normas y sin apuntes) superas siempre la barrera del 90, sabes que la gente miente, pero lo que seguro debes aprender es a no hacer caso a las estadísticas manipulables.

¿Quieres un consejo para hoy? Deja de comparar tu versión más castigada con la visión idílica que los demás quieren mostrarte. Ante un mundo competitivo y lleno de incertidumbre, empieza por lo más básico: no creas aquello que tiene todas las papeletas para haber sido manipulado.