¿No sabes si «dejarlo» o seguir?
Llega la vuelta del verano, se acaban las vacaciones de la mayoría de nosotros y en un absoluto paralelismo con el discurrir de septiembre, al acercarse el examen de tu oposición los días se hacen cada vez más cortos. El tiempo no cunde, los nervios se multiplican y las horas productivas parecen un bien cada vez más escaso. ¿Realidad o simple cuestión de percepción? Como siempre, la verdad alberga una pizca de cada.
Septiembre, entendido como el punto de retorno a la rutina, es siempre un mes complicado. A la dificultad propia de pensar que no tendrás vacaciones hasta dentro de un año, ahora debes añadirle el posible sentimiento de culpa por no haber aprovechado adecuadamente tu tiempo estival y, por supuesto, la innegable obligación de retomar la oposición. Probablemente, este mes se comporte como uno de esos carriles de la autopista donde algunos vehículos se incorporan a la vía y otros ponen el intermitente derecho para salir de ella y no volver.
En septiembre hay tantos profesionales intentando sumarse al proceso y salvar en las últimas semanas los muebles como opositores que han perdido la inercia durante el verano y abandonarán la preparación.
Si estás en cualquiera de esos dos grupos, tienes un problema y una diferente solución.
Antes de hablar de las diferencias, centrémonos en los puntos comunes: prácticamente todos los opositores deberán intentar retomar su velocidad de crucero en el menor tiempo posible para tratar de llegar en las mejores condiciones posibles al examen. Del mismo modo, quien comienza ahora a prepararse debe ser implacable con esa obligación: sin alcanzar un alto nivel de compromiso y esfuerzo, a estas alturas, las probabilidades de obtener una plaza son las mismas que las de acertar una quiniela. Si no vas a comprometerte, ahórrate la angustia y dedica ese tiempo a disfrutar de la vida, porque la amargura de la obligación que no cumplirás tampoco se verá recompensada con ningún rédito; si ese eres tú, el mejor favor que puedes hacerte durante estas semanas es analizar por qué has decidido no prepararte y qué tendría que suceder para que dieses el paso. En futuros post hablaremos de “la mochila” con la que cargamos cada uno y que nos ayuda o lastra a lo largo de la vida.
El opositor que «quiere dejarlo»
Volviendo a las antípodas opositoras, teníamos a quien quería intentar sumarse al proceso y a quien corre el riesgo de decaer del mismo. Si estás en el grupo que va a bajarse de la preparación, tu problema es por qué sucede esto. ¿Se trata de acción meditada? ¿Has analizado tus opciones y son nulas? ¿Has perdido el ritmo de estudio y ya no te ves con fuerzas para retomarlo? Aquí, aunque las respuestas pueden ser múltiples, la que más me preocuparía es aquella que abarca la idea de “en esta oposición no tengo posibilidades de obtener plaza”. Lo primero que te diría es que analices si esa afirmación es tan robusta como la haces sonar, o si por el contrario se trata de una salida de emergencia hacia el confort que tu cerebro está poniendo a tu alcance de manera inconsciente. ¿Habías analizado previamente las bases de la oposición? ¿Habías cruzado datos para saber cómo debería comportarse este proceso y si es el adecuado para ti? Si la respuesta es negativa, ahí está el auténtico drama: no has leído las instrucciones de montaje y ahora descubres que “el mueble” no está bien ensamblado y, para colmo, tampoco te cabe en la pared. ¿Vas a culpar al mueble? ¿Vas a culpar al vendedor? ¿O tal vez esta es una de esas ocasiones en las que debes ser crítico contigo mismo y reflexionar acerca de por qué te embarcas en proyectos ilusionantes sin tan siquiera plantearte lo que implican? Esto lo escribo sin ninguna altivez: yo mismo he construido tantos castillos en el aire que ahora mismo podría tener mi propia oficina de turismo.
Volviendo al opositor que quiere dejarlo, hazte un favor: piensa por qué. Quizás tus condiciones hayan cambiado o no te sientas capaz, pero, si ya has roto la barrera del “inicio” y la de la “perseverancia”, tan solo te queda vencer al “monstruo del retorno”. ¿Puedes intentarlo? ¿Aunque no llegues en las condiciones idóneas al examen, crees que el día de la prueba estarás más feliz sin haber intentado al menos rentabilizar lo invertido? No hipoteques el valor del esfuerzo y el trabajo bien hecho por la recompensa a cortísimo plazo de una calma mal deseada.
El opositor que sigue adelante
Y ahora, opositor que intentas incorporarte a la autopista, ¿qué te recomiendo? Que lo hagas sin dar un volantazo. A estas alturas tu virtud y tu desgracia caminan de la mano: no tienes nada que perder porque nada es lo que has invertido. El primer reto que vas a tener que vencer es el de arrancar, y deberás hacerlo sabiéndote en desventaja con respecto al resto de aspirantes que llevan meses estudiando. El segundo reto es el de sobrevivir al boicot que te va a orquestar tu cerebro para intentar que lo dejes: “esto es imposible”, “debías haber empezado antes”, “nunca haces nada a tiempo y ahora quieres sacarte una plaza en 3 días”, etc. Sí, nuestra mente es experta en empujarnos a la senda de mayor comodidad, y en este caso hay argumentos sólidos. ¿Cómo puedes defenderte de ello? En primer lugar, con altas de dosis de realismo. Tú sabes mejor que nadie que tus opciones son escasas, pero, también es cierto que, en unos pocos meses de estudio, si focalizas tu esfuerzo en las temáticas más preguntadas, si pules al máximo tu técnica de test y si logras tener un plan de examen adaptado exactamente a ti, quizás puedas llegar a defenderte en el examen. Una de las cosas que más nos gusta enseñar en Opofuden es la altísima rentabilidad que ofrece el esfuerzo cuando se enfoca en las áreas correctas dentro de una preparación: pero, si no sabes el tipo de examen que te espera, si no conoces las bases de la convocatoria, si no entiendes cómo te afectan a ti las estadísticas y no posees un plan de acción para una situación tan concreta como la tuya, ¿crees que tienes posibilidades? Ahí radica la diferencia, con compromiso y buenos consejos, tal vez puedas lograrlo; por el contrario, si no tienes el convencimiento de quererlo y no posees alguien que te asesore acerca de cómo explotar tu escaso tiempo, la tarea se vuelve inasumible.
Si eres un opositor que quiere empezar ahora e intentarlo, no dejes que nadie te diga que no puedes, pero tampoco compres el discurso de quien te asegure que “todo es posible hasta que se acabe el examen”. Sé coherente, tus posibilidades son bajas, pero las únicas que existen pasan porque tú lo quieras intentar de verdad. Si eso lo tienes claro, escoge muy bien a tu pareja de baile para estas últimas semanas, puede ser aquella que tú prefieras, pero asegúrate de que se sabe la canción y de que acepta y entiende que tú acabes de llegar a la fiesta. Si de verdad lo vas a intentar, es justo lo que necesitas y es lo mínimo que te mereces.