¿Cómo gestionar mis vacaciones cuando estoy preparando una oposición?
Comienza julio, las Unidades de los Centros Sanitarios se convierten en un constante ir y venir de compañeros; han acabado los colegios, hace buen tiempo, abren las piscinas y… y tú, entre Torreblanca y Torrevieja, solo ves una torre de apuntes pendiente de ser abordada. De esta realidad proviene la pregunta que origina este post: ¿cómo gestionar mis vacaciones cuando estoy preparándome una oposición?
La primera respuesta es la que siempre damos en Opofuden: no existe una verdad o una receta universal; cualquier buen consejo parte del análisis de tus circunstancias. Dicho lo anterior, sí podemos ayudarte a que entiendas mejor tu realidad y qué alternativas pueden serte de utilidad.
Como primera medida, y esto puede que sea el único factor común para todos los opositores, te diría que NO RENUNCIES A LAS VACACIONES. Entendemos que es muy tentador otorgarle el mando a tu “YO” más responsable y decidir prescindir del descanso veraniego: “hago un esfuerzo este año que ya habrá vacaciones otro verano”. Sobre el papel puede sonar lógico, y de hecho lo sería en una preparatoria de un mes, o de dos, pero el problema radica en que estudiar una oposición no es un proceso corto y el desgaste personal que implica es bastante alto. Si lo piensas, un periodo de vacaciones (más adelante hablaremos de tiempos) representa una fracción no muy elevada del tiempo global de estudio. Si vas a estar estudiando durante un año, necesitas descansar.
Ahora que hemos logrado una verdad sobre la que construir nuestro plan, toca hablar de esos claroscuros donde qué hacer ya no se intuye tan sencillamente. Aunque desarrollemos las ideas secuencialmente, es importante saber que la decisión final se toma haciendo un sumatorio de todas ellas. Las cuatro preguntas básicas son las siguientes.
¿Tengo fecha de examen?
¿Cuál es mi contexto familiar?
¿Cuál es mi ritmo de estudio actual?
¿Tengo la suficiente disciplina para retomar el estudio tras haberlo detenido?
La fecha del examen
Empecemos por la fecha de examen. Esta es seguramente la pregunta más definitoria de todas. La proximidad de la prueba va a marcar sobremanera el modo de actuación final que escojas. Indudablemente, una fecha de examen ya conocida despeja bastante la ecuación. Si la prueba está cerrada para justo después del verano, te encuentras en un punto donde deberías estar finalizando tu segunda vuelta de estudio; en unas semanas iniciarás la tercera y el “ultra-repaso”. En este contexto, es muy probable que tu periodo de vacaciones deba ser más corto de lo habitual. A estas alturas de la preparación no deberías concederte un mes de inactividad, más aún si tu nivel de preparación es muy alto. Aunque suene paradójico, si tu nivel actual es de los más altos entre los competidores, eres justamente tú quien jamás debería despistarse. Si has alcanzado este nivel es por una disciplina y una constancia en el estudio MUY altas, no puedes permitirte dilapidar todo ese esfuerzo acumulado. Debes entender que, salvo infortunios impredecibles, a estas alturas un perfil como el tuyo no lo va a alcanzar prácticamente nadie, salvo que tú te pares. Si ya has logrado esta distancia, administra bien los últimos compases de tu preparación y continúa marcando la diferencia.
Siguiendo con la idea de párrafo anterior, si la fecha de examen es lejana, supongamos que a comienzos del año que viene, no hay motivo alguno para acortar excesivamente las vacaciones. Quizás, si puedes, en lugar de permanecer un mes inactivo puedas intentar hacer dos periodos de 15 días de descanso con varias semanas de estudio intermedio. Otra opción podría ser disminuir el segundo periodo de vacaciones, dejándolo en 15 y 7 días respectivamente.
¿Y qué hago frente a una fecha de examen desconocida? A estas alturas del verano, si no se ha publicado la fecha de examen, es muy probable que hasta septiembre no haya ninguna noticia de ello. Por supuesto, debes prestar atención a los Boletines Oficiales y estar dispuesto a reajustar tu calendario si hubiese sorpresas, pero, si no hay fecha de examen, debes asumir que estás en un escenario donde puedes disfrutar de un mes de vacaciones.
El contexto familiar
La segunda pregunta abordaba tu contexto familiar. Entiéndase en este aspecto las obligaciones sociales y familiares. En primer lugar, en el plano social, lo fundamental eres tú. Si nadie tiene una dependencia real de ti, eres un simple acompañamiento vacacional y, por tanto, se puede llegar a omitir tu presencia sin que esto suponga un drama. Si alguien no entiende este axioma, acepta su desconcierto, pero no permitas que te genere ningún tipo de malestar. Tú estás trabajando por tu futuro, cualquiera que te aprecie realmente será capaz de comprender la dimensión de la tarea.
Continuando con esta idea, si tienes pareja o hijos, especialmente lo segundo, deberías plantearte que una preparación larga siempre se traduce en una sustracción diaria de tiempo y ocio con ellos. En este sentido, deberías ser muy consciente de que el esfuerzo de la preparación es tuyo, pero afecta a tu entorno. Salvo que sea indispensable (examen propuesto para el 1 de septiembre), no renuncies al periodo habitual de vacaciones con quien tiene una dependencia lógica de ti: ellos, aunque no lo sepan, también están haciendo un gran esfuerzo.
El ritmo de estudio actual
En tercer lugar tenemos el ritmo de estudio actual. Esta idea va de la mano de la fecha de examen. La cuestión es entender si has alcanzado tu “velocidad de crucero”, es decir, un ritmo de estudio constante y uniforme que te permite avanzar mucho de una manera eficiente. Si te encuentras en este punto, hay dos realidades que debes tener en cuenta. La primera es que estás en tu mejor momento de estudio, aquí te conviene que las interrupciones sean cortas para retomar lo antes posible dicha velocidad; la segunda realidad es que esta velocidad solo será sostenible durante un tiempo: salvo que tengas un entrenamiento propio de una oposición de jurista, lo normal es que ese nivel de conocimiento y estudio tan solo mantenga durante unos meses.
En base a lo dicho, si tu fecha de examen es conocida y está próxima, no pierdas la velocidad de crucero. Quizás dos descansos de una semana cada uno, con varias semanas intermedias para retomar y no perder del todo el ritmo, sea una combinación lógica para ti. Del mismo modo, si la fecha es lejana o totalmente desconocida, puedes aprovechar para hacer un descanso más dilatado ya que, por mucho que quieras, esta punta de esfuerzo y conocimiento seguramente no sea sostenible en el tiempo. Como ventaja, ya sabes que puedes alcanzarla y cómo lo has hecho; quizás sea conveniente frenar, recargar energías, retomar el estudio tras las vacaciones y volver a adquirir ese gran nivel cuando realmente sea sostenible hasta el propio examen.
La disciplina para retomar el estudio
La última pregunta que te proponemos es si tienes la suficiente disciplina para retomar el estudio tras haberlo detenido. Esta pregunta se entiende mucho mejor tras haber hablado de la velocidad de crucero. Ten en cuenta que cada parón implica un esfuerzo complementario para retomar el movimiento, algo similar a la fuerza de rozamiento inicial que debes vencer para empezar a arrastrar un objeto que estaba detenido.
Tú sabes mejor que nadie tu tendencia a procrastinar y las dificultades que tienes para vencer el primer paso, por ello, debes plantearte qué será más sencillo para ti: ¿retomar el estudio en dos ocasiones tras dos periodos “menores” de inactividad o, por el contrario, reiniciar el estudio tras un largo periodo de ocio? Con independencia de lo que escojas, asume que es vital comprometerte con el plan que establezcas y retornar a la actividad tal y como hayas planteado. Cada día que incumplas tu plan estarás aumentando exponencialmente las probabilidades de no regresar jamás al estudio. El esfuerzo que deberás aplicar para vencer esa inactividad puede llegar a ser titánico si, por ejemplo, proyectas dos periodos de 15 días sin estudio y, en las semanas intermedias, acabas sucumbiendo a la pereza y no retomas la oposición. Ese mes y medio de “no estudio” sumado a la sensación de culpa, a la pérdida de control y a la recompensa inmediata que supone la satisfacción de la “no obligación” es una combinación altamente inestable: seguramente tú no puedas manejarla y no tienes claro en qué momento dinamitará tu plan de estudio. No permitas jamás que eso suceda.
Analiza bien estas cuatro preguntas, serán tu hoja de ruta durante los próximos meses. En el próximo post continuaremos hablando sobre las oposiciones y las vacaciones de verano, seguramente sea a estas alturas el mayor de los interrogantes de un opositor que se esté preparando.