De vacaciones con oposiciones (parte 2)
10 de julio de 2023
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¿Me llevo los apuntes de vacaciones?

Hoy retomamos la senda iniciada en el anterior post: De vacaciones con oposiciones (parte 1). En aquel post formulamos cuatro preguntas básicas que deberían ayudarte a entender cómo distribuir tus días de vacaciones en función de diferentes variables. En este post, vamos hablar de una manera más pausada de las vacaciones en sí mismas.

En primer lugar, quisiera recordar el mantra expuesto en el anterior post: NO RENUNCIES A LAS VACACIONES. Más largas, más cortas, en varios periodos o en uno solo, lo que es indudable es que en un proceso tan largo y exigente como la preparación de una oposición, concederle a tu cerebro el descanso que se merece es una acción que puede reportar tanto beneficio como el propio estudio.

Una vez afirmado que el descanso es innegociable en este proceso, toca dar respuesta a algunas de las incógnitas típicas del opositor.

¿De viaje con los apuntes? No, y rematadamente no. Las vacaciones se definen como la suspensión temporal del trabajo o de los estudios. La definición no obliga, por supuesto, pero sí es interesante entender que se trata de un periodo concebido para la desconexión y para generar una sana ruptura con la cotidianidad. El simple hecho de viajar con los apuntes ya es una transgresión del objetivo que persigues.

Siguiendo con la idea de las tareas en vacaciones, también debes ser consciente de que, si tienes tiempo suficiente hasta el examen, no necesitas estudiar en vacaciones. Del mismo modo, si el examen está próximo, quizás lo que debas hacer es reducir tu periodo de descanso, pero no convertirlo en un estudio a pie de playa. Este tipo de acciones acaban generando muy poco beneficio académico y, por el contrario, multiplica las trabas mentales. El hecho de no diferenciar claramente los tiempos acaba conduciendo a un malestar por no haber estudiado adecuadamente (seguramente no lo consigas) y, al mismo tiempo, frustración por no haber disfrutado plenamente de tus días de descanso. Si por cada pequeño rato muerto en tu mente se enciende la idea de “podría estar estudiando”, si cada mañana se inicia el día con la duda de “¿piscina o escritorio?”, si te vas privando de pequeños placeres por la supuesta necesidad de estudio y, al mismo tiempo, al volver de vacaciones descubres que tu avance ha sido nulo ¿cómo crees que te sentirás?

En contraposición, te proponemos que establezcas un periodo de descanso sensato, bien planificado, y siempre con el compromiso de la innegociable vuelta al estudio cuando este acabe. Esto cobra un especial sentido si tienes en cuenta los sacrificios que has ido haciendo durante el año, el tiempo de ocio al que has renunciado, el descanso que no has tenido o los ratos que no has compartido con tus seres queridos.

Convierte las vacaciones en un pequeño oasis de paz y reconcíliate con todo lo bueno de lo que no has disfrutado plenamente.

 ¿Puedo rentabilizar el tiempo de vacaciones?

Si por rentabilizar estás haciendo referencia a algún tipo de acción directamente relacionada con la oposición, la respuesta es no; o al menos, no deberías. Si en algún momento lo consideras una opción, me gustaría ofrecerte una propuesta que es aplicable tanto para el global como para las pequeñas acciones: reduce la cantidad, aumenta la calidad. Si por el estudio tan solo te puedes permitir marcharte 10 días, siempre será mejor eso y generar una desconexión plena que intentar permanecer 3 semanas de vacaciones con el sentimiento de no estar haciendo lo que debes.

En contraposición a lo dicho, sí que existen acciones que pueden mejorar indirectamente tu desempeño en la oposición y que, al mismo tiempo, son saludables para tu mente. Una de las primeras recomendaciones es que descanses: duerme. Sin caer en la holgazanería, descansa mucho. Intenta mantener unos horarios sensatos, duerme por las noches, levántate un poquito más tarde de lo que es habitual: disfruta del placer de no tener una obligación inminente.

Otra recomendación es que leas, y por leer me refiero a texto escrito preferiblemente en papel. No se trata de que nos cerremos al progreso, un libro digital también es válido, pero lo que necesitas es mantener tu foco de atención puesto en un texto durante un amplio periodo de tiempo. Intenta hacerlo sin interrupciones, sin pensamientos huidizos, sin mirar tu móvil, tan solo lee aquello que te apetezca de manera pausada por el simple gusto de lo que ahí se narre. Esta acción tiene mucho más beneficio del que imaginamos al principio. En primer lugar, estarás entrenando tu concentración ante un elemento que no busca captar tu atención, sino que eres tú quien debe aproximarse y esforzarse por mantenerse en él. En segundo lugar, una persona acostumbrada a leer tendrá una velocidad de procesamiento de texto superior a alguien que consume los contenidos de manera audiovisual. En tercer lugar, el enriquecimiento léxico, así como el análisis inconsciente de múltiples estructuras sintácticas, te ayudará a mejorar tu técnica de test. Un opositor con un buen hábito lector detecta las anomalías sintácticas en un oración de una manera mucho más eficiente que alguien que no lee con frecuencia, por ello, es capaz de localizar errores de género y número, tiempos verbales mal conjugados, incoherencias léxicas y matices sospechosos: que tu cerebro haga todo este trabajo de manera inconsciente se traduce en que cuando una respuesta está mal redactada puedas detectarlo más fácilmente y, con ello, descubrir que era una respuesta alterada o fabricada artesanalmente, lo que generalmente se traduce en una opción falsa. La misma idea se aplica a las respuestas contrapuestas, las combinaciones imposibles, etc. ¿Cuánto vale en el cerebro de un opositor esa capacidad de procesamiento automático?

 ¿Actividad o relax durante las vacaciones?

Más allá del esperable “cada opositor es diferente”, sí quisiera invitarte a pensar en una idea interesante: cuanto más lejos de tu teléfono, mejor. Si recuerdas, al comienzo del post hemos definido las vacaciones como un periodo de suspensión temporal de tus actividades cotidianas. El smartphone, como cualquier instrumento, es bueno o malo en función de su uso, pero tiene una dimensión tiránica que no encontrarás en otras herramientas cotidianas. Ya sea por el sino de las relaciones sociales actuales, por la forma de consumo, por el entrenamiento o por las ventajas obvias que ofrece, hoy en día persona y smartphone son un binomio difícilmente disoluble. Recuerda que esa herramienta está diseñada para captar tu atención y acaparar tu tiempo, no es un libro o un juego de mesa: está dotado de luces, sonido, avisos constantes y, en definitiva, una red de estímulos y recompensas inmediatas que lo vuelven un útil adictivo. ¿Recuerdas haberte sentado en el sofá a ver “nada en concreto en tu móvil” y descubrir que sin darte cuenta han pasado casi 3 horas y que, al mismo tiempo, tampoco has consumido ningún contenido con beneficio evidente? Es más, tal vez ni recuerdes el 90% de lo que has visto o escuchado. ¿Recuerdas haber estado viendo una serie o una película y darte cuenta al cabo de un rato de que estás leyendo una publicación en Instagram mientras respondes al WhatsApp y tienes puesta de fondo la tele? ¿Qué se supone que estás haciendo en ese rato? Yo te lo digo: no estás haciendo absolutamente nada, ni siquiera descansar.

Siguiendo la idea de los dispositivos móviles, más allá de si eliges un perfil más relajado o más activo en tus vacaciones, te recomendaría que no malgastes el tiempo. Ojo, esto no está reñido con el descanso ni con la inactividad, pero sí es opuesto a las actividades que consumen tiempo de manera estéril. Si, por ejemplo, decides tumbarte un rato en la piscina a no hacer nada, que así sea: habla con tu acompañante, observa pausadamente tu entorno, aprovecha y reflexiona sobre tus problemas, haz un pequeño resumen mental de las actividades que te gustaría llevar a cabo durante las vacaciones y por qué… a fin de cuentas, descansa el cerebro ofreciéndole un tiempo de reflexión y libre pensamiento, deja que tu mente vuele y se entretenga de manera errática. Esto es justo lo opuesto a someter a tus sentidos a la dictadura del recambio constante de vídeos cortos que se reproducen en cadena y que, si no captan tu atención en 2 segundos, son reemplazados por otro estímulo similar de dudoso valor añadido.

Tal y como decíamos antes, disminuye la cantidad y aumenta la calidad. Las vacaciones pueden ser un buen momento para descansar y para llevar a cabo acciones poco comunes que realmente te apetecen. Intenta pensar qué te gustaría hacer, encuentra esas actividades que en tu día a día no llevas a cabo por falta de tiempo, por pereza, quizás por ser menos asequibles que otras formas de ocio… ¿por qué no ahora? Estás en el periodo justo para ello. Puedes enriquecer tu descanso con actividades de alto valor añadido y, con ello, multiplicar tu sensación de aprovechamiento de un tiempo que no es muy amplio.

Otra opción interesante es la realización de obligaciones cotidianas de manera pausada. Las rutinas domésticas, la compra, etc., no son algo especialmente interesante y las ejecutamos de manera mecánica. ¿Qué tal si pruebas a poner plena consciencia en ellas y a dedicarles un poquito más de tiempo de lo habitual? Se trata de no estar condicionado por el reloj, de hacer aquello que debes de manera tranquila, de pasear sin prisa cuando vas a hacer la compra, de escoger un camino de regreso a casa más largo tras realizar un trámite por el simple gusto de disfrutar de una ruta más amable. Simplemente, se trata de explotar el hecho de que ahora tienes más tiempo, menos obligaciones y que puedes permitirte hacer las cosas de una menara más rejada y amena.

En resumen, escoge las actividades que desees, pero pon plena conciencia en ellas y huye de los estímulos vacíos que, en lugar de aportarte cualquier tipo de experiencia recordable, tan solo te convierten en un espectador consumiendo un producto adictivamente encadenado. Escucha a tus seres queridos, habla en persona, haz turismo en la vida real, sumérgete en las historias que tú leas, consume el cine que te apetezca y protagoniza aquello que desees, pero, sobre todo, asegúrate de que cuando acabe este periodo de descanso puedas retomar el estudio sabiendo que descansaste, disfrutaste y fuiste dueño de tu propio tiempo.

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