Dime lo que consumes y te diré quién eres
24 de mayo de 2023
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El papel del smartphone durante el estudio de una oposición

El post que te ofrecemos hoy va de la mano de una de nuestras anteriores entregas: El tiempo perdido durante el estudio de una oposición. Si aún no has leído el post, estás a tiempo de hacer una pequeña pausa y dedicarle 5 minutos a la antesala del contenido que hoy ponemos ante ti.

Como decíamos en la entrega anterior, estudiar una oposición implica armarse de valor para cuestionar detalles de tu vida y descubrir la incoherencia a la que nosotros mismos nos sometemos. Bueno, realmente no es algo tan unilateral como “nosotros mismos”, digamos que nos encontramos inmersos en una burbuja de hiperconectividad de la que somos vagamente conscientes y, casi siempre, incapaces de explotar para huir de ella.

Aunque parezca apuntar a un blanco fácil, en este asunto hay un culpable evidente: “¿el smartphone?” Esto… bueno, vale, hay dos culpables: el teléfono inteligente y tú (entiéndase nosotros).  

Se estima que, en una sociedad como la nuestra, el individuo promedio revisa su teléfono móvil cada menos de 15 minutos. Esa necesidad constante de atención se traduce en una fragmentación perpetua de la atención, y aquí es donde está el drama: ¿puede haber concentración si no hay capacidad de atención? 

En futuros post hablaremos más profundamente de la diabólica combinación de “aceleración + distracción + smartphone”, los párrafos anteriores tenían como objeto introducir la idea central de hoy: dime lo que consumes.

Apoyándonos en las ideas introducidas, es sencillo entender que hoy en día mantener la concentración es una labor mucho más compleja que hace 10 o 12 años. A la hiperconectividad se han sumado los hábitos de consumo que provienen de ella. Cada vez es más complicado leer un libro, escuchar una canción o analizar detenidamente una única idea. “¿Cómo va ser eso posible, si todo ese material está a mi alcance en cualquier lugar siempre que esté provisto de un móvil?” Claro, igual ese es el problema. Nos hemos acostumbrado a un nivel de información (de dudoso valor añadido) que es imposible asimilar en su totalidad, por ello, picoteamos fragmentos de contenido, saltamos de un material a otro, perdemos el interés en segundos y antes de darnos cuenta ya hemos iniciado otras dos o tres tareas diferentes a la que dio origen a nuestra acción. Si no crees lo que digo, vuelve a leer este párrafo y piensa en qué es Tik-Tok, “Youtube-shorts” y el resto de sucedáneos.

¿Es compatible este tipo de consumo con obtener un resultado satisfactorio en una oposición de sanidad? Supongo que decir “incompatible” pueden ser palabras mayores, pero desde luego no existe modo alguno en que esta forma de consumo te beneficie.  A medida que vas acostumbrando a tu cerebro a la constante exposición a estímulos atractivos y cambiantes, más complejo se vuelve mantener la atención cuando lo que le ofrecemos es un folio dotado de un contenido que no despierta un especial interés. Estamos habituando a nuestra mente a huir de manera inmediata de lo que no es atractivo, a no focalizarse en nada durante más de 2 minutos y a saltar constantemente de una actividad a otra de manera casi errática. “¿Multitarea?” Más bien “poli-nada”.

¿Se puede combatir este «mal» de nuestra era?

Sí, claro, existen maneras para mitigar su impacto.

En primer lugar, te diría que intentes averiguar hasta qué punto te representa lo descrito hasta el momento. Quizás tú no pases horas viendo una red social, pero sería raro que no tengas un sumidero de productividad semejante a este.

En segundo lugar, te pediría que pensases cuánto tiempo hace que no lees un libro. Leer de verdad, por placer, sin distracciones y quedándote absorto en el contenido durante una hora para, finalmente, mirar el reloj y descubrir que el tiempo ha volado y que ahí sigues tú sin darte ni cuenta. Si crees que es una visión romántica de la lectura, analiza cuánto tiempo se disipa mirando la pantalla del móvil una noche tumbado en la cama.

Dentro de este mismo ejercicio, te diría que pienses hace cuánto que no pones una canción por el mero placer de oír su música y escuchar su letra. Hace cuánto que no te sientas exclusivamente a intentar captar lo que ese artista tenía para ti. No vale la música de fondo, me refiero a tener consciencia plena de la actividad lúdica que estás desarrollando.

En tercer lugar, intenta recordar si últimamente inicias una tarea y al cabo de unos pocos minutos la has abandonado; si tal vez no recuerdas qué hacías en la cocina; si te has despistado y estás con el coche en la puerta de tu casa cuando querías ir a otro lugar, o si has empezado a ver una película o una serie y, sin darte cuenta, ya estabas mirando el móvil prestando nula atención a aquello que originalmente te había interesado.

Si hay algo de ti en todo esto que expongo, no eres un caso perdido ni un sujeto a estudio: estás simplemente en el anodino espectro medio de la población. El único objetivo que tienes para hoy es detectarlo y decidir si quieres seguir en ello.  

La importancia del ocio durante el estudio de una oposición

Y ahora, ¿cómo combatirlo? Sin duda, con esfuerzo. Nos guste o no, para empezar a huir de esas tendencias, que ya son costumbre en nosotros, vamos a tener que pasar por un proceso de deshabituación. En primer lugar, deberías intentar poner plena consciencia en tus actos, trabajar el “aquí y ahora”, lograr poco a poco que tu mente no huya a territorios que le ofrezcan recompensas inmediatas, sino que permanezca en entornos de mayor rendimiento a largo plazo.

Esfuérzate en tu ocio. No deseches una noticia o un artículo por el mero hecho de su extensión; no abandones un texto porque su sintaxis sea compleja; no dejes de lado una buena película porque empiece siendo lenta. Una oposición es exactamente todo esto: es aprender a mantener la concentración con algo que puede no ser apasionante de primeras; es obligarte a consumir un texto que se te hace difícil, pero que necesitas; es sobreponerte a la imperiosa necesidad de escapar por la salida de emergencia hacia un vídeo viral, a una tarea inoportuna del hogar o a un entorno de inmediata recompensa. 

Te guste o no, la disciplina que requiere una oposición se puede trabajar también desde los aspectos lúdicos de tu vida. Y claro, por supuesto, también se puede socavar desde ellos.

¿Qué tal si empezamos por algo sencillo? Empieza obligándote a leer, no tardarás en descubrir todo lo bueno que tiene para ti la palabra escrita.

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