¿Qué hago si no consigo plaza en una oposición?
9 de marzo de 2023
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No consigo plaza en una oposición. ¿Y ahora qué?

Aunque durante la preparación de una oposición es fundamental no sucumbir al negativismo, así como, evitar crear en tu mente realidades indeseables como, por ejemplo, sacar una nota que no te lleve a una plaza, sí me parece innegociable abordar la pregunta que da título a este post: ¿Qué hago si no consigo la plaza? 

En primer lugar, deberíamos poner siempre en valor los números que hay detrás de una oposición: 40.000 inscritos para 5.000 plazas; 15.000 aspirantes presentados para 1.800 puestos… Como ves, esa pregunta ya no es tan hostil si piensas que a esa situación va a tener que enfrentarse bastante más del 50% de los opositores que se presenten al proceso. La mayoría de los inscritos tendrá que saber responder a esta pregunta: “Y ahora, ¿qué?”

Creo que la manera más sensata de afrontar esta posible realidad es desde los conceptos de “inversión y retorno”: cuánto has invertido en el proceso y qué beneficio estarías obteniendo del mismo.

Para hacer esto más sencillo, pongamos el ejemplo de una pregunta de tipo test. Imagina que estás ante una pregunta con 4 respuestas posibles y solo una de ellas es cierta. Supón también que no tienes ninguna posibilidad de descarte: las 4 opciones son igual de posibles para ti. Ahora, imagina que te dicen que el acierto se califica con 1 punto y el error penaliza con 0,01 puntos, eso implica que tienes un 75% de posibilidades de perder 0,01 puntos y un 25% de ganar 1 punto. Si te das cuenta, el acierto supone 100 veces el valor negativo de un fallo. Si mis posibilidades son de 1/4 y el rendimiento potencial es del 100 a 1, debería elegir jugar siempre. Por tanto, arriesgar es la opción acertada, incluso cuando fallas: el riesgo asumido era controlado y la inversión razonable. Apostar en estos términos de manera sostenida se acabará traduciendo siempre en ganancias a medio plazo, aunque ocasionalmente puedas obtener un “mal golpe”, también llamado “bad beat”.

¿Qué queremos decir con el párrafo anterior? Que sería un error valorar la decisión en función del resultado final obtenido. Lo realmente justo es calibrar el acierto de la acción con arreglo a las variables que se conocían en el momento en el que se asume el riesgo. Si apuesto a cara o cruz y mi acierto vale 100 y mi error me cuesta 1, aun cuando tuviese que pagar, habría sido una decisión acertada en términos generales.

Un medio de entrenamiento a largo plazo

Vale, de acuerdo, pero entonces, ¿qué hago si no consigo la plaza? Si has calculado bien los riesgos, en la creación de tus objetivos estará la respuesta a esa pregunta. Supongamos que te enfrentabas a un concurso – oposición en el que las bases no te ofrecían ninguna alterativa real de competición, dado que el corte de examen era laxo, la penalización por fallo nula y en el apartado de méritos apenas sumabas un 10% del máximo posible. El problema en este caso no es “no sacarte la plaza”: el problema es que pensases que podías hacerlo. El auténtico secreto radica en saber cuándo librar una batalla y cuándo evitar la confrontación. ¿Esto quiere decir que mejor no me prepare esa OPE? No, ni mucho menos; eso quiere decir que antes de empezar a prepararte a conciencia una OPE deberías conocer sus bases y saber si realmente cuentas con alguna posibilidad de superación. En caso de que no tengas opciones reales de obtener una plaza, lo que tú necesitas es preparar esa oposición como un medio de entrenamiento a largo plazo, poniendo el foco en entender bien las temáticas más preguntadas y generar una base de conocimiento (pausado, comprendiendo) que te permita explotar esa condición adquirida en el siguiente proceso. Si no puedo sacarme la plaza, sí puedo empezar a trabajar pausadamente en mi “yo del futuro”. Puedo planificar una primera vuelta MUY larga donde poco a poco vaya creando unos resúmenes y unos esquemas realmente bien trabajados; puedo dedicar mucho más tiempo a generar reglas mnemotécnicas propias o a bucear por placer en algunos conocimientos, si éstos fuesen susceptibles de aparecer en una OPE. Del mismo modo, jamás debería plantear jornadas maratonianas ni redoblar esfuerzos en el tramo final, o renunciar a un contrato a 3 meses del examen: esa no es mi guerra. Saber hasta dónde es rentable invertir es la clave del desempeño eficiente de un Opositor. 

Opciones reales e inversión muy alta

Para ser del todo justos, hablemos del polo opuesto, del Opositor que sí tenía opciones reales y que ha hecho una inversión muy alta, pero, por desgracia, no logra el objetivo. En primer lugar, te diría que si has llegado hasta el examen con posibilidades reales es exclusivamente por el esfuerzo que has realizado durante meses: reconócete el esfuerzo y sé consciente de lo complicado que resulta mantener esa constancia. También te diría que dejes pasar una semana y que te reconcilies contigo mismo: no es fácil aceptar haber invertido tanto y llevarte un “mal golpe”. Eso sí, ten en cuenta que, con las condiciones que se daban, hiciste la apuesta correcta.

Siguiendo con este opositor, también te diría que el siguiente paso es analizar tranquilamente el examen. Debes hacerlo sin reproches ni frustración. Lee de nuevo las preguntas, trata de identificar qué te llevó a fallar, cómo viste esa pregunta en aquel momento, si la leíste bien o no, si dudaste entre dos respuestas, por qué elegiste una y no la otra. Intentar entender los procesos cognitivos que te llevaron a optar por unas respuestas y no por otras es la clave para modificar el razonamiento y mejorar en la siguiente prueba.

No perder el hábito de estudio

En tercer lugar, creo que lo más importante es no perder el hábito de estudio. Naturalmente, no debes mantener el mismo ritmo que sostuviste en el tramo final de la oposición, ahora debes recurrir a un perfil bajo y, de manera constante, estudiar entre 60 y 120 minutos al día. Sin agobios, sin prisas; vuelve sobre tus esquemas, revisa que son correctos, aprovecha para modificar aquello que detectes como mejorable. Si había alguna parcela de conocimiento importante que se te atravesaba, este será un buen momento para estudiarla de manera profunda y sostenida hasta comprenderla realmente: eso te ayudará a no sucumbir con ella en tu siguiente preparación.

En resumen, cuando ya hayas llegado a ese punto, tan solo te queda aprender a aceptarlo, analizar de manera constructiva qué aspectos de mejora había y, por último, aprovechar la inercia adquirida para evitar que se pare la maquinaria. Todo esto te ayudará a ofrecer un sentido constructivo al esfuerzo realizado. Naturalmente, tu objetivo principal aquí es obtener una plaza, pese a ello, aprender a restañar las heridas y a impulsarte gracias a los objetivos secundarios, o a las victorias menores, será una manera de acabar triunfando por “segunda intención”.

Recuerda que este es un proceso competitivo en el que el éxito no depende exclusivamente de tu actuación: el resto de aspirantes también participa. No cargues con culpas que no debas atribuirte.

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