Desde un punto de vista amplio ya sabemos que todas las enfermeras ejercen liderazgo desde el momento que se ponen al frente de los cuidados. Liderar cuidados es ponerse el lado de las personas sanas o enfermas, contemplando y atendiendo todas sus dimensiones, aplicando su cuerpo de conocimientos, que integra además de buenas prácticas o prácticas avanzadas, actitudes específicas, alto nivel de compromiso, capacidad de transformación y adaptación, entre otras muchas.

De esto se desprende, ya desde la raíz de la profesión, desde los genes profesionales, que es necesario que las enfermeras adquieran capacidades y competencias específicas para dar respuesta y atención a las múltiples dimensiones del ser humano, en cualquier contexto, cultura o situación.

Ahora, ejercer liderazgo con equipos de cuidados, de personas que cuidan a personas, requiere un conjunto de requisitos complejos y profundos, que integran, desde mi punto de vista, todo lo mencionado más un conjunto de competencias en gestión, habilidades, y cualidades que den un marco práctico y teórico a los cuidados que brinda cada profesional del equipo de forma individual, y a la vez al conjunto de cuidados que brinda todo el equipo. El equipo y el líder colaboran dentro de este marco que da referencia y apoyo tanto en lo cotidiano como a medio o largo plazo, contribuyendo a mantener y mejorar la estructura del sistema sanitario en general, pero sobre todo orientando de forma permanente la atención de enfermería hacia el cuidado excelente para las personas.

Liderar un equipo de enfermería es estar al lado y al frente de un equipo, es comunicar, comprometerse, acompañar, reorientar, apoyar, reconocer y felicitar, tomar decisiones, compartir, ser veraz, señalar desviaciones sin juzgar a las personas, es honradez, flexibilidad, optimismo con realismo, tener muy claros los objetivos profesionales e institucionales, es enganchar los cuidados del equipo al carro de la excelencia.

Como bien decís la transformación es algo que siempre está presente, porque un líder influye en un grupo, pero el grupo a su vez influye en el líder, por tanto se crea una dinámica bidireccional que hay que aceptar. Aceptar la transformación es estar abierto a los cambios que en nuestra profesión con seguridad llegan, a veces demasiado rápidos, pero el líder agente de cambio, los promueve sin perder de vista los objetivos y el bien común. Es más, hay que aceptar que la transformación es factor causal de crecimiento, tanto profesional como personal.

Lógicamente en los equipos aparecen dificultades, problemas y tensiones, más en los equipos de enfermería que en general soportan una tensión y una carga emocional muy alta. La escucha activa e individualizada es una herramienta potente y eficaz que la mayoría de las veces resuelve problemas por sí sola. En los conflictos el líder debe mantener la calma y evitar hacer juicios apresurados. Hay que parar, es una inversión parar y hacer un análisis con claridad, profundizando para conocer el origen del conflicto, porque llegar a las causas orientará las posibles soluciones. Nunca llamar la atención de un profesional en público. Liderar en positivo es fundamental, es ver en las crisis una oportunidad.

Y no hay que ser tan ingenuo como para olvidar los errores y los miedos, que se cometen, existen y aparecen, duelen y pesan, pero hay que aceptarlos como parte del liderazgo y aprender de ellos, porque los tropiezos tanto profesionales como personales son parte del camino…

Carmen Cantabrana
Enfermera referente en gestión y cooperación