Descripción
Los trastornos mecanosensitivos del sistema nervioso son uno de los problemas que frecuentemente presentan los pacientes que acuden a la consulta del fisioterapeuta. Cuadros dolorosos como el síndrome del túnel del carpo, el síndrome del desfiladero torácico, cervicobraquialgias, ciatalgias, cruralgias, etc son los más frecuentes dentro de este grupo de patologías. Concretamente, el síndrome del túnel del carpo es el trastorno más conocido, alcanzando datos de incidencia bastante elevados.
Por otro lado, su detección y tratamiento no resultan sencillos, debido a las peculiaridades propias del sistema nervioso y su respuesta clínica. Durante la anamnesis y exploración física sus síntomas pueden ser confundidos con otros problemas musculo-esqueléticos con características similares. Por ello, el fisioterapeuta requiere de conocimientos amplios para realizar una valoración exhaustiva y un diagnóstico adecuado, que resulta imprescindible para tratar correctamente este tipo de trastornos.
El tratamiento para este tipo de trastornos se basa principalmente en la movilización neuromeníngea. Es una técnica de fisioterapia que está siendo especialmente investigada por la comunidad científica desde que David Butler iniciara el estudio de esta técnica con mayor profundidad hace más de tres décadas. En los últimos 20 años, cerca de 400 estudios científicos han estudiado los beneficios de la “Neurodinámica” en diferentes patologías, lo que sitúa esta técnica en uno de los focos principales de la investigación en fisioterapia actualmente.
Dentro del tratamiento, el aprendizaje de las diferentes técnicas de movilización neuromeníngea, así como las indicaciones, contraindicaciones y consideraciones prácticas de las técnicas de tensión y deslizamiento neural es un apartado importante que el fisioterapeuta debe dominar debido a las particularidades clínicas del sistema nervioso. La aplicación errónea de la movilización neuromeníngea en trastornos nerviosos graves con lesión axonal, dolor neuropático, infecciones, etc. puede complicar en gran medida el estado del paciente. Por ello, un abordaje correcto, eligiendo la técnica adecuada y tomando las precauciones necesarias acorde a la patología y el estado clínico del paciente garantizará el éxito terapéutico y evitará empeoramiento o reagudizaciones debido a una mala práctica clínica.