Descripción
Las extremidades inferiores tienen una importante función estática, al ser las encargadas de sostener todo el peso de nuestro cuerpo, pero también cumplen un objetivo dinámico fundamental: el desplazamiento. La implicación del miembro inferior en prácticamente cualquier actividad básica de la vida cotidiana, lo hacen susceptible de padecer daños estructurales a causa de golpes, caídas, desequilibrios o movimientos extremos y/o descontrolados.
La fisioterapia tiene cada día un papel más relevante en el ámbito de la salud, especialmente en las afectaciones del sistema musculoesquelético como son las lesiones traumáticas del miembro inferior y la pelvis. La terapia física ayuda a solventar los síntomas y la clínica procedentes del daño estructural, pero también a disminuir las complicaciones y secuelas derivadas del tratamiento médico (cirugía) y de la inmovilidad. Incluso, es fundamental para prevenir la aparición de la lesión.
Las lesiones traumáticas de la extremidad inferior presentan unas consecuencias graves para la salud de quienes las sufren. En el plano físico el paciente se enfrenta con una alta probabilidad de ser sometido a una cirugía. Por otro lado, es frecuente que la causa del daño haya sido un impacto violento que en ocasiones pone en riesgo la vida del paciente (accidentes de coche, precipitaciones, etc.).
Los traumatismos del miembro inferior también conllevan una serie de consecuencias a nivel social, ya que los pacientes que padecen estas lesiones llegan a estar de baja laboral hasta 6 meses y en ciertas situaciones, sobre todo en ancianos, las personas sufren una situación de dependencia que puede no resolverse si no se ofrece un tratamiento íntegro que incluya un programa de fisioterapia.
Uno de los aspectos más destacables de las lesiones traumáticas del miembro inferior es la alta incidencia tanto en jóvenes, como en mayores; aunque las causas varían de unos a otros. La práctica de ejercicio físico y el deporte tienen cada vez más relevancia en nuestro estilo de vida, lo que nos hace individuos más activos y sanos. Sin embargo, esta práctica no queda exenta de riesgos y, tanto a nivel profesional como aficionado, se producen numerosas lesiones por causa traumática en el miembro inferior, sobre todo en las articulaciones de la rodilla y del tobillo (esguinces, fracturas, lesiones meniscales y luxaciones). Las afectaciones de la cadera, en cambio, son propias de personas de la tercera edad y son comunes en ancianos con pluripatología y, al contrario que en el caso anterior, inactivos. Las lesiones de cadera también pueden ocurrir en jóvenes, pero en estos casos las causas principales son los accidentes de tráfico o las precipitaciones desde altura.
Además de las consecuencias inmediatas que tiene la lesión traumática (dolor, incapacidad funcional, falta de movilidad de la articulación, atrofia muscular, complicaciones vasculares y nerviosas, etc.), existe riesgo de que el paciente desarrolle secuelas a largo plazo que merman su calidad de vida y limitan su funcionalidad. La fisioterapia tiene un papel importante en ambas situaciones.
La intervención fisioterápica ha de iniciarse pocos días después del diagnóstico y del tratamiento médico, con el objetivo de controlar el dolor y el edema, principalmente. A través del movimiento (tanto activo como pasivo), se prevendrá la posible aparición de complicaciones: la fisioterapia disminuye el riesgo de atrofia y la pérdida de fuerza muscular, evita la rigidez articular y reduce el impacto de la inmovilidad en el sistema cardio pulmonar (fatiga).
En un segundo escalón se busca recuperar al paciente funcionalmente, en este momento es crucial recuperar una marcha óptima y conseguir que el miembro inferior cumpla nuevamente con sus funciones (sostén y movimiento). También se pretende prepara al individuo para la vuelta a la actividad laboral y deportiva, y evitar el riesgo de recidivas.
No se debe olvidar el papel preventivo que desarrolla la fisioterapia en estas lesiones. El ejercicio terapéutico en ancianos disminuye el riesgo de caídas y con ello el de fracturas y luxaciones de cadera. Mientras, en el ámbito deportivo y laboral, un buen estado de forma física, un control motor adecuado y unas nociones básicas acerca de cómo practicar ejercicio y actividad física de forma segura, son claves para reducir el riesgo de lesión.