¿Es bueno escuchar música para estudiar oposiciones?

Cuando diseñamos la preparación para afrontar el estudio de una oposición, hay algunos detalles que están enmascarados por mitos populares y nuestras experiencias lejanas. Uno de los mejores ejemplos de estas “verdades a medias” es el hecho de si se recomienda escuchar música para estudiar oposiciones. Hablemos de ello.

En primer lugar, nos gustaría decir que, en este aspecto, no existen verdades universales: el empleo de la música podrá tener unos efectos más o menos marcados en una persona en función de variables como su hábito de estudio, su tolerancia al ruido, su capacidad de concentración en ambientes no silenciosos y, por supuesto, su trayectoria con este método.

Cuanto más haya practicado el estudio con música, menos mermará su concentración la presencia de la misma.

Dicho lo anterior, veamos qué más sabemos sobre este tema.

Si empleamos como referencia la “Guía para el estudiantes y profesores universitarios” del gabinete psicopedagógico de la Universidad de Granada, deberíamos plantearnos que, como norma general, escuchar música para estudiar oposiciones no es el ejercicio más recomendable. ¿Por qué?

Aunque existe relación entre la disminución de la monotonía y el cansancio con el empleo de música, y aun asumiendo que en algunos escenarios podría ser de utilidad, entendemos que la música acaba generando una relación de multitarea con respecto a nuestro cerebro y el estudio. Esta realidad se ve aumentada claramente en aquello casos en los que el estudio se realiza con melodías de ritmo acelerado, grandes cambios sonoros y altos volúmenes. Por supuesto, una letra presente dificulta el estudio. Si, además, la letra corresponde al idioma del estudiante, probablemente se acabe transformando en una fuente de distracción difícil de vencer.

Entonces, ¿no debo escuchar música para estudiar oposiciones? Si me hicieses esa pregunta de manera genérica, siempre respondería que no. Si lo planteamos desde un punto de vista individualizado, sí te invitaría a considerar algunos factores.

1. La música como aislamiento

Puede darse la circunstancia de que no dispongas de un lugar de estudio propicio por el ruido ambiente, en ese caso, probablemente algún tipo de melodía ambiental carente de letra pudiese amortiguar el sonido indeseado. No obstante, cuanto menor sea el volumen de la melodía, mejor. Para potenciar este efecto se pueden utilizar auriculares “sobreoreja” con cancelación de ruido. Este tipo de dispositivos, aunque genere incomodidad con el paso de las horas, puede ayudarte a alcanzar y mantener la concentración en ambientes complicados. En este sentido, nuestra recomendación siempre será buscar una biblioteca o un entorno dedicado al estudio como primera opción.

2. Melodías decrecientes

Existe un tipo de opositor que requiere de un estímulo inicial para salvar las dificultades del primer paso de estudio de cada día, recuerda que tienes un vídeo específico sobre esta temática en nuestra plataforma. En esos casos, seguramente emplear melodías cuyo volumen vaya disminuyendo hasta volverse imperceptible con los minutos, puede servir de herramienta a este usuario para mitigar las dificultadas iniciales y alcanzar un buen nivel de concentración y rendimiento.

3.  Estilo de aprendizaje visual

Tal y como explicamos en Opofuden, todo opositor tiene diferentes estilos de aprendizaje; si existe preponderancia del estilo visual, es probable que tolere mejor la música que aquellos opositores que tienen un estilo auditivo. En el caso del estilo auditivo, al requerir en mayor medida el uso de su voz interior para el análisis y el razonamiento, el estímulo sonoro generará una dificultad añadida para emplear su canal de aprendizaje predilecto. Si estos conceptos te interesan, en Opofuden dispones de ejercicios específicos para conocer qué tipo de opositor eres y qué estilos de aprendizaje y recursos formativos son aquellos que mejor se adaptan a ti.

4. Qué estoy estudiando

Naturalmente, la naturaleza de la materia que se trabaja hace que la música pueda tener un efecto más o menos perjudicial. Es probable que la resolución de problemas matemáticos se vea menos afectada por la presencia de una melodía con letra que, por ejemplo, la memorización de una sucesión de nombres o de una escala compuesta por palabras. Adapta siempre tus estrategias a la tarea que tengas pensada para esa jornada de estudio.

5. La concatenación melódica

Paradójicamente, hay un escenario donde una melodía con letra sí puede ser tu aliada. A la hora de memorizar un grupo de palabras o conceptos, una melodía cuya letra pueda ser sustituida por los conceptos que deseas memorizar, se convertirá en tu aliada durante ese día y tu compañera durante muchas semanas. Si logras realizar esta construcción y el contenido de tu estudio se fusiona con una melodía, recordar ese material será una tarea muy simple el día del examen. Como contrapartida, las veces que vas a poder emplear este recurso son limitadas y, por supuesto, el tiempo que destina a la generación de esta herramienta es dilatado: usa este recurso solo cuando sea muy fácil generarlo o, en su defecto, cuando material sea de muy difícil memorización con técnicas habituales.

Tras todos estos consejos, esperamos que hayas sacado algunas conclusiones y que puedas ponerlos en práctica para rentabilizar al máximo tu tiempo de estudio. Recuerda que cualquier recomendación que leas debe ser siempre testada de manera crítica por ti. Descubre qué método se adapta mejor a tus circunstancias y explótalo al máximo para potenciar tu rendimiento.