Leticia Piney
Directora CSC de Fuden
Reaprendiendo anatomía
La semana pasada tuvimos la primera edición del curso de «Valoración ecográfica abdominal para enfermería». Una formación muy práctica, para conocer el potencial de la ecografía como herramienta de trabajo.
En pocos cursos puedes oír frases como “¡Qué corazón más bonito tienes!”, “¡Vaya! Tu riñón se está escondiendo” o “Parece que solo tienes hígado por todas partes”. Y, es que, lo que más asombra a los alumnos mientras practican es cómo van diferenciando estructuras anatómicas, cómo descubren cosas que no sabían que podían ver a través de un ecógrafo y cómo cambia su idea de la localización real de órganos, vasos… Y, aunque a muchos les costó un poco al principio orientarse, con la ayuda de nuestro instructor todos terminaron la jornada sabiendo localizar y valorar las principales estructuras abdominales.
Unos días después del curso subimos un a redes este reto de ecografía.
Os mostrábamos un vídeo de una exploración vesical y os preguntábamos qué pensabais; si era la vejiga de un hombre o de una mujer. La verdad es que participasteis muchos y nos sorprendió ver que ambas opciones tenían un 50% de votos, lo que indicaba que no llegabais a tener del todo claro cómo distinguirlo.
Y, es que, la anatomía ecográfica a veces puede jugarnos malas pasadas. De hecho, es uno de los principales escollos que los profesionales, que están comenzando, encuentran a la hora de enfrentarse a ella.
«Tus ojos no ven los que tu cerebro no conoce”, es decir, si no tienes una base de conocimiento anatómico, es fácil perderse en la imagen ecográfica.
Pero; ¿y si pudiéramos darle la vuelta a esto?¿Y si la ecografía también pudiera ser una herramienta de aprendizaje anatómico?
La ecografía tiene un gran potencial como ventana a la anatomía real del ser humano. Aquellos que, como yo, aprendimos anatomía con láminas, dibujos y esquemas, todavía tenemos en el cerebro esas imágenes estáticas, con colores poco realistas, de una simetría y perfección fascinante. Pero esas imágenes no son reales, ni mucho menos.
La ecografía nos permite conocer la anatomía en movimiento, ver el corazón latiendo, los intestinos moviéndose, los uréteres eyectando orina… Nos permite conocer mejor la relación de cada órgano con sus estructuras vecinas, nos permite ver su forma real, sus diferencias dentro de un propio órgano en diferentes momentos del día (vejiga llena-vacía).
Y las diferencias anatómicas entre sexos, entre personas de diferente edad o, simplemente, la variabilidad unipersonal anatómica.
Después de muchos cursos de ecografía, de ver a muchos alumnos enfrentarse de 0 a ella, creo que la ecografía también puede servir para reencontrarnos con la anatomía, con una anatomía más real, tridimensional, en vivo y más singular. Puede ayudar a reconciliarnos con una materia que muchos cogimos tirria cuando estudiábamos.
El reto acabó casi en empate, aunque la ecografía vesical era de una mujer. No era fácil distinguirlo, pero algunos señalasteis las claves para diferenciarla.
- La forma de la vejiga era más rectangular (en hombres se suele ver más ovoidea)
- En el inicio del vídeo se podía ver el útero de la mujer.
- No se veía la próstata en la parte posterior de la vejiga.
Pero lo importante del reto no era acertar sino darnos cuenta que no podemos conocer algo si no entendemos el por qué, si no lo practicamos, si no lo vivimos. La ecografía puede ser una herramienta muy útil para enfermería pero para ello no basta con coger el ecógrafo y practicar, hay que formarse, hay que conocer las bases. La tecnología siempre es una ayuda pero es el cerebro el que hace que esta se traduzca en una mejora para la seguridad de nuestros pacientes.
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