Soporte vital básico en pediatría
Como enfermeros, estamos más que acostumbrados a los constantes cambios en la ciencia de la reanimación. Cada cinco años antes y ahora cada dos, salen nuevas recomendaciones que hacen cambiar los algoritmos de decisión y nos obligan a un continuo reciclaje en soporte vital básico en pediatría.
A veces, puede hacerse difícil memorizar estos cambios e integrarlos en nuestra forma de trabajar. Por eso, en este post te ayudaremos a entender el porqué de los principales cambios en soporte vital básico, centrándonos en aquellos que se han producido en pediatría.
Uno de los principales cambios es la introducción de un nuevo eslabón en las cadenas de supervivencia de soporte vital básico en adultos y pediatría. Este eslabón es “recuperación”. El cambio responde a la necesidad de enfatizar en que la asistencia al paciente postparada no termina cuando recupera el pulso, ni siquiera, en los cuidados postparada, sino incluso después de su alta hospitalaria. Muchos pacientes, tras un paro cardíaco, requieren una rehabilitación física y emocional que debe estar contemplada en los planes de cuidados.
Otro de los cambios más importantes en soporte vital básico en pediatría es la modificación de la frecuencia de ventilaciones en niños y lactantes. Hasta octubre de 2020, si un niño o lactante sufría un paro respiratorio con pulso (mayor de 60lpm), la indicación era ventilar una vez cada 3-5 segundos, consiguiendo una frecuencia de 12 – 20 respiraciones por minuto. Sin embargo, ahora la recomendación es aumentar este ritmo hasta 1 ventilación cada 2-3s.
Este cambio también se ha producido en la frecuencia de ventilación en niños o lactantes con una vía aérea avanzada durante la RCP. En este caso el cambio es mayor, la anterior recomendación era aplicar 1 ventilación cada 6 segundos (10rpm), ahora se deben intentar conseguir una frecuencia respiratoria entre 20-30rpm.
Y, ¿por qué este cambio? El primer factor es la etiología de paro cardíaco en niños. En esta población la causa de parada es frecuentemente respiratoria, por lo que las ventilaciones cobran una especial importancia. Otro factor importante es que esta frecuencia respiratoria se aproxima mucho más a la fisiológica del paciente pediátrico. Un niño de 1-2 años puede respirar entre 24-40rpm, no tiene mucho sentido que, si intentamos reanimarle, le ventilemos a una frecuencia mucho menor. Otro motivo para este cambio es el de simplificar el algoritmo y el aprendizaje de éste. Así, cuando pienses en ritmo de ventilación en lactantes y niños recordarás que siempre es 1 cada 2-3 segundos.
La evidencia científica que apoya este cambio todavía no es sólida, pero sí se ha observado un aumento del retorno de la circulación espontánea con este incremento. Aún así, la ratio de ventilaciones debe adaptarse a la edad del niño y sus circunstancias. También es importante saber que no se recomienda aumentar la frecuencia por encima de las 30rpm, por la alteración hemodinámica que puede generar.
Por último, se ha producido un cambio en cuanto a la forma de realizar las compresiones en lactantes. En las recomendaciones antiguas, si había un único reanimador, debía comprimir con 2 dedos de una misma mano (2ºy3º dedo) y, cuando ya eran dos reanimadores, con los dos pulgares, mientras el resto de las manos rodeaban el tórax de la víctima.
Los últimos estudios han visto que con la técnica de los dos pulgares se consigue más profundidad de compresión, más fuerza y menos fatiga en el reanimador. Por ello, ahora se puede emplear también esta técnica en soporte vital básico en lactantes, aun cuando haya un solo reanimador.
Como conclusión, los cambios en soporte vital básico en pediatría vienen apoyados en la evidencia científica y conocer el porqué de estos cambios puede ayudarnos a aplicarlos mejor.