El concepto de dolor es complejo debido a sus particularidades y sus distintas categorías. Por eso, desde FICO queremos aclarar las definiciones más importantes relacionadas con este síntoma tan frecuente en la práctica clínica del fisioterapeuta.
El primer paso para profundizar en estos conceptos es saber diferenciar entre dolor y nocicepción. Por un lado, el dolor es una experiencia sensorial y emocional desagradable, asociada a un daño tisular real o potencial, o descrita en términos de tal daño. Sin embargo, la nocicepción se refiere al proceso neuronal en el que se codifican y procesan los estímulos potencialmente dañinos contra los tejidos. Es decir, el primero es un fenómeno multidimensional, mientras que el segundo se refiere al input sensorial de información nociceptiva. Por ello, es importante diferenciar entre la capacidad del organismo para detectar un estímulo nocivo, localizándolo en el espacio y captando su intensidad y, por otro lado, la percepción o reconocimiento de la sensación dolorosa, dotando a la misma de una respuesta emocional.
Una vez comprendida esta diferencia, el dolor se puede clasificar según diferentes criterios. Por un lado, se puede clasificar según la localización de este, en dolor somático (piel, músculos, huesos, articulaciones) o dolor visceral.
También se puede clasificar en función del tiempo de duración del dolor en dolor agudo y dolor crónico. El dolor crónico se caracteriza por una duración superior a los 3-6 meses, frente al dolor agudo, que se considera aquel que tiene menos de 3-6 meses de duración. Además, según las descripciones de dolor por parte del paciente, el dolor crónico suele ser descrito como continuo o recurrente, que afecta negativamente al bienestar, funcionalidad y calidad de vida de los pacientes. En el caso del dolor agudo, se suele caracterizar por una aparición repentina, ser transitorio y, por lo general, tener etiología clara e identificable; su función es actuar como señal de alarma frente a un daño potencial.
Otro tipo de clasificación acerca del dolor incluye los conceptos de dolor nociceptivo, neuropático y nociplástico. El primero, el dolor nociceptivo, se define como el dolor que resulta de la activación fisiológica en las vías neuronales, secundaria a estímulos reales o que podrían dañar de forma potencial los tejidos. Este a su vez se puede clasificar en dolor nociceptivo fisiológico o nociceptivo inflamatorio. El segundo, el dolor neuropático, es aquel provocado por una enfermedad o lesión que afecta al sistema nervioso somatosensorial; este puede diferenciarse entre dolor neuropático periférico o central, según la localización del daño. Además, relacionado con el dolor neuropático, se pueden describir otros dos conceptos como son el dolor radicular (dolor irradiado en la distribución de un dermatoma por la activación de un nervio o raíz espinal) y la radiculopatía (concepto que indica la presencia objetiva de signos neurológicos negativos; sin necesidad de acompañarse de dolor). El tercero, el dolor nociplástico se entiende como un cuadro de dolor disfuncional relacionado con un procesamiento central alterado en ausencia de mecanismos periféricos claros, como lesiones tisulares o neuropatías.
Por último, es importante diferenciar entre dos conceptos que pueden generar confusión: el dolor referido y el dolor irradiado. El dolor referido es un dolor experimentado o percibido en una zona corporal diferente a la del lugar donde se da el estímulo doloroso o el origen de dicho dolor. Este tipo de dolor es el dolor característico que generan, por ejemplo, los puntos gatillo miofasciales. En contrapartida, el dolor irradiado se puede considerar como la percepción de un dolor que se extiende de una zona corporal hacia otra. Este dolor es una característica del dolor radicular o de las patologías radiculares y/o nerviosas.
En resumen, es importante saber categorizar los síntomas del paciente en el tipo de dolor que nos está describiendo, para poder realizar un diagnóstico correcto y abordarlo adecuadamente.