Leticia Piney
Directora del Centro de simulación clínica de Fuden
La formación, la piedra angular en la que apoyarte
Enfrentarse a lo que uno no sabe da miedo, los enfermeros sabemos de esto, aunque no siempre asumimos lo que no sabemos y los riesgos que hay detrás de ello. Pero, si hago algo mal porque no sabía cómo se hacía, ¿es solo mi responsabilidad?
Esta pregunta da vértigo, de hecho, muchos de nosotros echamos la vista a otro lado para no enfrentar la realidad de que, en ocasiones, en nuestro trabajo no estamos al 100% seguros de que lo que hacemos esté bien. Unas veces, porque es algo que no has hecho antes, otras, porque es algo muy novedoso, y las hay también, esas que crees que lo sabes hacer, pero no estás actualizado en la técnica. Nos apoyamos poco en nuestros compañeros y, en ocasiones, asumimos riesgos por ello.
Además, hay otro factor que afecta; en nuestra profesión todo cambia a una velocidad de vértigo, lo que ayer era blanco hoy es gris y la recomendación que tu conocías, de pronto, está obsoleta. A mí me pasa mucho que me encuentro a mí misma hablando como una «abuela cebolleta», y no soy tan mayor, de cómo hacía no sé qué técnica cuando empecé a trabajar o en mis prácticas.
En mi etapa de docente, me ha tocado más de una vez recoger cable cuando un alumno me ha demostrado que, algo que yo creía de una forma, había cambiado recientemente. En nuestro grupo de instructores lo llamamos #malditaevidencia, cuando la evidencia te da un bofetón de realidad en la cara, al demostrar que hay algo en lo que no estás actualizado.
Esta necesidad de estar siempre actualizado abruma mucho a nuestros alumnos, y es normal, esta profesión exige mucho si quieres estar en la excelencia y no en la mediocridad.
En uno de los ejercicios que proponemos a nuestros alumnos de Postgrados de urgencias, les enseñamos un vídeo de una simulación en el que se muestra una RCP en un niño.
La encargada del desfibrilador (que se supone que acaba de llegar al servicio) nunca lo ha empleado en un niño y no sabe cómo actuar, comete errores y se produce una situación en el caso en la que se pone en riesgo la seguridad del niño y del equipo. La líder la aparta del caso.
Dentro de las preguntas que les planteo sobre el caso a mis alumnos está la de; “si vosotros hubierais estado en su lugar, ¿cómo habríais actuado?” Esta pregunta suele ir seguida de respuestas como: “Debería conocer el desfibrilador de su unidad previamente”, “debería haberse formado en soporte vital pediátrico”, “tendría que haberse informado de cuál es el protocolo en esa unidad”… Todas estas respuestas son ciertas, pero, como ya sabemos, cuando hablamos como “El capitán a posteriori” todo es más fácil.
Me resulta curioso cómo nos cuesta ponernos en la piel de una compañera recién llegada a un servicio que se encuentra perdida. Yo he estado en esa situación muchas veces y sí con el tiempo sabes qué cosas necesitas saber sí o sí cuando llegas a un sitio nuevo, pero, hasta ese momento, lo pasas mal.
Pero, lo que a mí me interesa de verdad de este ejercicio es pensar qué habrías hecho tú en ese momento, en el que eres consciente de que lo que te están pidiendo, no sabes hacerlo bien o no lo controlas. Porque es ahí donde la brecha de la seguridad del paciente puede solventarse.
Asumir tus limitaciones, pedir ayuda, explicar que no puedes asumir esa función… Es decir, ser honesto con lo que sé y lo que no. Y esto en el papel todos lo sabemos, pero en la vida real… Ya es otro tema. O nunca has puesto una medicación de la que no sabías sus efectos, nunca has curado una úlcera con una pauta de cura que tu no habías hecho y no conocías bien… Quien sea inocente que tire la primera piedra.
En nuestro país tenemos una cultura de seguridad pobre, por eso estas cosas siguen pasando. Porque nos da miedo asumir delante de nuestros compañeros lo que no sabemos, por miedo a ser juzgados o porque no somos conscientes de lo que realmente implica.
Por eso, creo que lo primero es tirar de humildad y decir “Me llamo Leticia, no lo sé todo y a veces cometo errores”.
Ese es el primer paso, el segundo, intentar saber dónde encontrar lo que me falta para poder trabajar con seguridad. Lo primordial, apoyarse en los compañeros, escucharlos, pedirles consejo y ayuda, no tener miedo a quedar como una “inútil”. Y lo siguiente es buscar un lugar donde aprender lo que no sé.
Formarse es, a veces, difícil, es complicado sacar tiempo, pero si quieres ser la mejor enfermera que puedes ser, es la piedra angular en la que apoyarte. Como siempre digo, lo importante no es el número de cursos, sino la calidad de éstos. Así que, te animo a hacerlo, a seguir sacando lo mejor de ti.