Descripción
Para el tratamiento de los trastornos mentales existen multitud de fármacos. Cualquier persona puede pasar pos una enfermedad mental independientemente de la etapa de su vida, ya sea en la infancia, adolescencia, embarazo y lactancia o en la vejez, y es en estas etapas precisamente donde cambia significativamente el metabolismo de los fármacos y por ello se debe dedicar un capitulo a parte a estas etapas.
Cabe destacar que en los últimos años y tras el aumento evidente de la toma de psicofármacos, se intenta evitar en la medida de lo posible el recurrir al tratamiento farmacológico especialmente en estas etapas de la vida, sin embargo esto no es siempre posible y se debe sopesar además el posible sufrimiento de la persona, teniendo en cuenta siempre el riesgo-beneficio en cada caso.
Asímismo se debe realizar un trabajo psicoeducativo con el paciente y con la familia en cualquier caso, pero es en estas etapas donde es incluso más importante debido a la situación de vulnerabilidad que estas etapas confieren al individuo.
Es importante además que tanto el paciente como la familia conozcan los posibles efectos adversos de los fármacos así como los principales signos de alarma a comunicar al servicio de salud mental ya que de esta forma es probable que se puedan evitar mayores riesgos.
El tratamiento de los trastornos mentales en la mujer gestante es, debido a la posibilidad de teratogenia, una situación muy compleja. La aparición de trastornos mentales durante el embarazo o la descompensación de trastornos mentales previos pueden son producidos en muchos casos por la multitud de cambios hormonales y fisiológicos que se producen en esta etapa. En estos casos se debe realizar un estudio individualizado del riesgo-beneficio, ya que en ocasiones el curso de la enfermedad ocasiona más riesgos en la mujer gestante o puede resultar más teratógena que los fármacos usados para tratar la enfermedad mental, como por ejemplo en casos de mujeres gestantes con episodios maníacos o riesgo de suicidio en gestantes con depresión.
Además, se ha observado que en mujeres embarazadas con patología mental no tratada existe una disminución de la asistencia a las citas médicas obstétricas, así como hábitos de vida poco saludables como una nutrición inadecuada o un incremento en el consumo de tabaco y alcohol. También se ha observado un aumento de problemas familiares.
Debido a las consideraciones ético-legales sobre estudios en mujeres embarazadas existe poca bibliografía con estudios controlados, es por ello que se recomienda el tratamiento con fármacos más antiguos, de los que se tiene mayor evidencia.
El tratamiento con psicofármacos durante la lactancia es relativamente segura debido a que la mayoría de éstos pasan en un bajo porcentaje (en torno al 1%) a la leche materna. Aún así con estos datos la toma de medicamentos durante la lactancia se debe evitar siempre que sea posible.
Las indicaciones de psicofármacos durante la lactancia suelen ser: las depresiones posparto, las psicosis puerperales y los trastornos de ansiedad, además de pacientes con trastornos mentales previos a la gestación.
Los problemas psicológicos en la infancia y adolescencia han estado relacionados durante años con causas ambientales por lo que apenas se utilizaban psicofármacos. Hasta hace unos años el tratamiento de los problemas de salud mental en la infancia era la psicoterapia, debido entre otros factores a la creencia de que los problemas de esta índole eran benignos, pasajeros y casi siempre de causa ambiental. Además había muy pocos estudios sobre eficacia y seguridad de este tipo de fármacos en la población infantil, lo que dificultaba la toma de la decisión sobre medicar a este grupo de población.
Asimismo, durante los últimos años ha habido un aumento de los problemas de salud mental en niños y en adolescentes: como alteraciones del comportamiento, de las emociones, las relaciones sociales o el neurodesarrollo. Debido a este aumento en la prevalencia y a los avances en la psicofarmacología infantojuvenil han aumentado también las prescripciones de psicofármacos en los últimos años para esta población.
Es importante tener en cuenta que durante el envejecimiento se producen cambios biológicos y metabólicos que hacen que haya que tener en cuenta unas consideraciones que no son necesarias en pacientes más jóvenes.
Por otro lado, el coste humano y social de las adicciones es muy alto ya que no sólo son los usuarios de estas drogas los perjudicados por su consumo sino que a ello se añade también el sufrimiento de las familias, la problemática laboral y social que conlleva el consumo, a lo que se suma además el coste para el sistema público de atención (prevención, atención médica y tratamiento), seguridad pública, medio ambiente y productividad laboral.
El tratamiento de las adicciones además de reducir los daños sociales y sobre la salud de las personas asociados al consumo de sustancias y a determinadas conductas adictivas, también disminuyen su consumo y los costes asociados.
