Y el resto de las vacunas ¿qué?

Abr 29, 2022

HENAR USANOS. Enfermera. Fuden Inclusiva

Responsable del NOOC ‘Cómo las vacunas salvan vidas’.
Gratis. Online. 5 horas de formación acreditada para enfermería y fisioterapia

Estos dos últimos años, como ya sabemos, se han convertido en una carrera de fondo para intentar mitigar los efectos de la COVID-19. Esta carrera ha dejado a su paso un mapa desolador de desigualdad y de abandono sanitario de todo lo que no tuviera que ver con el SARS_COV a partes iguales.

Un mapa sanitario en el que afecciones, principalmente crónicas, se han obviado e infravalorado como si el seguimiento de una artritis reumatoide o el cribado del cáncer de mama se pudiera posponer para cuando el COVID dejara hueco. Y claro, la vacunación no iba a ser menos. Porque sí sabemos que el desarrollo de las vacunas contra el SARS-COV se ha conseguido en tiempo récord: laboratorios con financiación pública y laboratorios privados, todos, han trabajado a destajo y han acabado creando un amplio abanico de opciones. Un proceso que desde los medios de comunicación se ha seguido tan de cerca que parece que se ha olvidado que ya existían otras vacunas y que su efectividad y eficacia estaban más que probadas. Pero ¿y el resto de las vacunas?

Y es que, tal fue la cantidad de sobreinformación del proceso de creación de una vacuna y de los tipos de vacunas que, al final, se acabó más bien desinformando. Todo el mundo era experto. Expertos en ensayos clínicos y sus fases, expertos en los tipos de vacunas: esta es de ARN, no, esta es atenuada. Haciendo como si de un menú se tratase y pudiéramos elegir la que fuera de nuestro agrado. ¿A ti cuál te han puesto? se convirtió en una pregunta muy recurrente. Diluyéndose así la voz de los verdaderos expertos.

Se nos olvidó que las vacunas llevan salvando vidas desde que, allá por 1796, Edward Jenner inoculara en el brazo del hijo del jardinero material de una lesión pustular de viruela de vacas.

Se nos olvidó que gracias a la vacuna del sarampión entre 2010 y 2018 se evitaron 23 millones de muertes o también que, gracias a ellas, hasta 20 enfermedades potencialmente mortales hoy en día pueden prevenirse.

Los países han centrado sus esfuerzos (que dentro de lo que cabe es normal) en la pandemia COVID-19, sobre todo por la carga asistencial que ha supuesto a nivel sanitario. Las campañas de vacunación de la población para la COVID han sido históricas, pero si seguimos olvidando que existen otras enfermedades, otras vacunas iguales o más importantes, volveremos a la casilla de salida.

El acceso a la inmunización además es desigual. No sólo entre países: dentro de un mismo país, en los diferentes estratos sociales, la diferencia es abismal. Según la OMS, a día de hoy, más de 20 millones de niños menores de 12 meses se quedan cada año sin ni siquiera una pauta completa de las vacunas básicas. Y esta relajación de los esfuerzos por hacer llegar las vacunas a toda la población está haciendo que brotes de sarampión o de poliomielitis estén apareciendo de nuevo. Según la OPS en países como Chile se ha conseguido alcanzar un índice de vacunación frente a la COVID-19 que llega al 92% o el 66,8% de Argentina mientras que la aplicación de otras vacunas, como la triple vírica, ha caído en la región de América Latina hasta un 76% en 2020.

Pero ¿toda la culpa fue del COVID? Pues sí y no. Por un lado, están los esfuerzos de los gobiernos centrados en la pandemia, el incremento de las desigualdades en salud y la disminución de campañas de vacunación. Por otro lado, por el aumento de reticencias a las propias vacunas. Todo suma.

Los movimientos que pretenden restar importancia y deslegitimar el proceso de vacunación tienen cada vez más voz. Ponen en duda un proceso cuya exigencia en controles de seguridad es de los más estrictos, más que para ningún otro medicamento de uso humano. Ponen en duda la seguridad frente a efectos adversos o la efectividad frente a la propia enfermedad. El miedo corre como la pólvora y más cuando se trata de salud. Y los intentos de los gobiernos por conseguir mitigar los efectos de estos movimientos muchas veces pasan por una obligatoriedad que, no hace más que añadir aún más miedo hacia un proceso que es de los más transparentes y evidentes que existe en el nivel de salud. Por ello, abordar desde la información y la formación las vacunas, es acercar a todas las personas la posibilidad de tener información veraz y basada en la evidencia. Es también poder de decisión.

Hacen falta campañas y estrategias, medidas efectivas que pongan en primera línea una atención primaria de salud que sea capaz de acceder a toda la población, que brinde los cuidados y dé la información necesaria para que la población sea responsable de su propia salud. Para poder tener opción y para elegir vacunarse. Como intentamos a través del NOOC que está disponible en Fuden Inclusiva “Cómo las vacunas salvan vidas”. Gratis, accesible y para todos.

Porque, como hemos dicho, todo suma. Y es que esta suma acabará restando, poniendo en peligro millones de vidas y exponiéndolas a enfermedades 100% prevenibles.

 

No desandemos lo andado. Vacunar es un sencillo paso que regala años de vida y de buena salud, siempre lo ha sido. Sigamos por ese camino, nos lo debemos.

5 horas

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Acreditado para enfermeras y fisioterapeutas

24 de abril al 24 de junio 2022

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