Familias vulnerables ¿Qué podemos hacer por ellas?

May 20, 2019

Cooperación Enfermera y Familias Vulnerables: una lección inolvidable. #OpiniónFUDEN por Nieves Márquez

Primavera de 2017. Cursando el Experto de Cooperación para Enfermería y ya en la recta final. Debo de elegir un lugar para realizar las prácticas: República Dominicana, Perú o Familias Vulnerables en Madrid. A pesar de lo atractivo de las dos primeras opciones, me llama la atención eso de “Familias Vulnerables en Madrid” ¡Madrid! La ciudad en donde cada mañana trabajo, gente con la que cada mañana comparto metro, autobús, charlas en el supermercado. ¿Que será eso de Familias Vulnerables? Me lo puedo imaginar: familias apartadas, viviendo en condiciones insalubres, sin estudios, en general gente que ha malgastado su vida en alcohol, drogas, locas fiestas, sin responsabilidad que les han llevado a hijos indeseados.

La elección está hecha y comienza el periodo de prácticas en tres colectivos vulnerables de Madrid: Pan Bendito (nos han comunicado que es etnia gitana, nos hemos quedado asombradas y todas hemos reaccionado con curiosidad y cierta desconfianza), Orcasitas y Puente Vallecas.

Comienzan las prácticas un caluroso día de primavera en Madrid.

El primer destino: el corazón de Orcasitas. En un multiusos municipal, la asociación en la cual desarrollaremos las prácticas del experto y que colabora con FUDEN, tiene cedidas unas aulas por el ayuntamiento para proporcionar de forma gratuita, dentro de su proyecto Doposcuolas a niños y niñas después de clase, apoyo con sus tareas escolares y talleres a través de los cuales forman a los menores en diversos conocimientos, como educación emocional, sexual, higiene, alimentacion, etc. El objetivo de la asociación es que los niños cambien conductas y a su vez trasladen, indirectamente a sus familias, hábitos adecuados contribuyendo a un lento, pero progresivo cambio de comportamientos y aumento de herramientas para enfrentarse a los problemas diarios.

Tras este primer barrio en donde los niños y sus madres nos hacen una buena acogida, detectamos que los menores de siete años en ocasiones deben ser responsables de sus hermanos pequeños de cuatro; que sus padres estan ausentes la mayor parte del dia, por lo que ellos deben de prepararse sus comidas y es frecuente la ausencia de desayuno, una sola comida central al dia y una alimentacion basada en precocinados y dulces que agradan y sacian a los niños. Muchos menores viven a cargo de abuelos, vecinos y hermanos mayores, mientras que sus padres bucan empleo o realizan largas jornadas laborales en condiciones precarias.

Segundo barrio: Pan Bendito. Por un momento he dudado en trasladarme o no en coche, puesto que el introducirse en un barrio en donde el 80% de la población es de etnia gitana me ponía en gran alerta. Finalmente, y por la distancia, decidí arriesgarme.
El centro se sitúa en un bajo de viviendas, en donde la asociación siguiendo con su proyecto Doposcuolas, tiene las instalaciones discretamente sin carteles ni señales de identificación. Allí nos encontramos con tres mujeres (psicóloga y asistentes sociales) con alrededor 40 niños y niñas con edades comprendidas entre 4 y 16 años. La acogida inicial por parte de los menores, fue de una curiosidad enmascarada por actitudes de desinterés y lejanía. Por supuesto, las 2h de ese día no han tenido nada que ver con las pasadas en el colectivo de Orcasitas, desde la disposición de la clase, hasta el método para la impartición de los talleres por parte de las monitoras, era totalmente diferente.

En este primer acercamiento pudimos observar curiosidades tales como los juegos de los niños (jugando a detenciones policiales) o sus deseos profesionales futuros (contrabandista, esteticien…). Recogimos destacados datos como las edades de sus padres (madres con 19 años); el número de hermanos (5 ó 6 con padres con edades de 27 años); las edades de matrimonio (entorno a los 17 años); ausencias al colegio frecuentes; trabajos de los menores con sus padres en el mercado; ausencias de desayuno; hábitos de higiene deficientes…

Tercer y último barrio: Puente Vallecas. Sorpresa al comprobar que el centro se encontraba dos calles paralelas en donde un año atrás habia estado viviendo. El centro, una vez más y siguiendo el proyecto Doposcuolas, se encarga del apoyo escolar y talleres a niños principalemte de familias inmigrantes, por lo que la diversidad cultural está asegurada. Efectivamente la metodología de los monitores, de nuevo, era diferente y adaptada al colectivo. Este grupo, en donde hemos encontrado menores de familias africanas (norte y subsaharianas), latinoamericanas y españolas, expersaban las mismas situaciones de los colectivos anteriores: falta de desayuno, ausencia en el colegio, falta de higiene, padres ausentes… Paralelo a las intervenciones que relizábamos en los grupos y a raíz de la información recogida a través de los niños y niñas, surgían inevitablemente las reflexiones sobre el concepto de Familias Vulnerables: “grupos sociales en condiciones de desventaja por fenómenos múltiples como son el paro, subempleo, temporalidad y precariedad laboral; carencia de seguridad social; insuficientes o carencia de ingresos; endeudamiento, infravivienda, hacinamiento; analfabetismo o baja instrucción; minusvalías, alcoholismo, drogadicción; carencia de vínculos familiares fuertes, familias monoparentales; carencia de otras redes sociales de apoyo, aislamiento, entorno residencial degradado, etc., que se encuentran en situación de riesgo qy les impide incorporarse al desarrollo y acceder a mejores condiciones de bienestar.”

Esta reflexión me llevó a rebuscar en mi subconsciente y, como si de un gran hermano se tratara, observé mi infancia: barrio periférico de una ciudad proletaria alimentada por la industria del naval y la pesca; familias humildes y trabajadoras en donde los desayunos eran leche “blanca” y pan rebenido; bocadillos de mantequilla con azúcar que sabían a gloria porque el chorizo solo estaba la primera semana del mes y largas tardes en la calle jugando con todo el barrio a perseguir ladrones o tirando globos de agua a los coches, mientras nuestros padres, desde las 7 de la mañana, trabajaban para regresar a las ocho de la tarde con un salario que contenía todas sus esperanzas de que algún día sus hijos tuvieran un futuro mejor. ¿Me había criado yo en una Familia Vulnerable? ¿Es por eso que en el recreo recibíamos un mini tetrabrik de leche? ¿Cuál era la diferencia de estos grupos que ahora estamos visitando con aquella feliz infancia en donde las zapatillas de deporte se caracterizaban por respirar siempre en la punta?
Desde aquel día cambió mi visión y desaparecieron los prejuicios en el instante en que pisaba los barrios. Los talleres fueron mas fluídos, los niños mas receptivos a nuestras explicaciones y hasta las madres se acercaron a preguntar y a interesarse por las intervenciones impartidas, solicitando información y talleres para adultos que pudiesen resolver los muchos interrogantes y preocupaciones por el bienestar de sus hijos.

¿Que es lo que cambió? Simplemente, o inmensamente, nuestra óptica.

La falta de políticas sociales adaptadas a las necesidades de la población en riesgo siguen siendo escasas; la discriminación laboral para inmigrantes y etnia gitana sigue existiendo; la falta de concienciación por parte del sistema de educativo y sanitario para la formación de los profesionales en el desarrollo de sus tareas con enfoque de diversidad cultural es escasa y por supuesto, la concienciación social hacia la integración de estas familias dentro del sistema sigue siendo escaso o en ocasiones nulo.

Finalmente y tras diez sesiones en las que se han realizado talleres de higiene, alimentación, primeros auxilios, sexualidad, compartiendo con pequeños y adolescentes risas, juegos, inquietudes, curiosidad y atención, llegó el día de la despedida. Grandes abrazos y preguntas por nuestro regreso que marcaron esas prácticas, inquietantes en un principio y con toda una lección de humildad en su fin.

Nieves Márquez,
Enfermera Cooperación Internacional en FUDEN