Sin posibilidad de aislamiento

Abr 16, 2020

Cuando quedarse en casa no es una opción. #OpiniónFuden. Marina Martín Lázaro. Enfermera de centro de acogida de personas sin hogar

En la ciudad de Madrid, según el último recuento, fechado en diciembre de 2018, existen 2.998 personas que en el confinamiento actual no pueden quedarse en casa, pero ¿qué solución les damos a estas personas que no tienen un lugar donde encerrarse durante la crisis actual?

Según un estudio realizado por el INE en 2012, un 20.9% de las personas sin hogar de toda España tenían problemas cardiacos, un 20.3% alguna enfermedad respiratoria y un 17.4% padecían enfermedades endocrinas, pudiendo combinarse varias enfermedades en una misma persona. Son estas, algunas de las patologías que agravan las consecuencias que puede llegar a tener el coronavirus si lo contrajesen, lo cual no es una posibilidad demasiado descabellada si tenemos en cuenta las respuestas y soluciones que se les está dando a las personas sin hogar en estos tiempos de cuarentena. Además de estas enfermedades, un 16.6% tenían patologías psiquiátricas, siendo muy complicado para ellas el aislamiento y mucho más en las condiciones en las que se está dando.

La esperanza de vida de las personas sin hogar es aproximadamente 30 años menor que la del resto de población, datos del 2015, momento en el cual no existía la crisis sanitaria que estamos viviendo actualmente; las consecuencias reales de este momento para el colectivo del que estamos hablando, se verán mucho más adelante, ya que está claro que las medidas que se están tomando no son suficientes para tratar con dignidad a estas personas y asegurarles el distanciamiento e higiene necesarios. Todos estos datos ponen de manifiesto la importancia de tener un plan estratégico concreto para las personas que no pueden sumarse a la campaña “Quédate en casa”.

10 opiniones marinaDebido al estado de alarma provocado por el COVID-19, las personas sin hogar no pueden dormir en la calle, ya que, si no los cuerpos de seguridad procederían a multarles, esto les obliga a ir a albergues y centros de acogida que no están preparados para este aislamiento. Estos lugares no cuentan con los espacios, los medios ni el personal suficiente para refugiar a todas las personas que lo están solicitando, lo que les hace a estas estar especialmente vulnerables ante esta situación.

Los centros habilitados son, entre otros, los mismos que se usan durante las épocas de frío, donde se les facilitan camas para que pasen la noche y en el día puedan salir, sin la necesidad de estar en ese espacio, generalmente, bastante pequeño. Estos lugares están compuestos en su mayoría por literas, ubicadas a menos de un metro las unas de las otras y baños compartidos por muchos residentes. En estos espacios antes no se les facilitaban las comidas o, si lo hacían, no era necesario mantener la distancia de seguridad entre los usuarios, ahora evidentemente, el lugar y el espacio existente sigue siendo el mismo y es imposible guardar ese metro, y mucho menos los dos metros recomendados entre las personas que están esperando a que les sirvan la comida.

Por otro lado, el material disponible, tanto para las y los trabajadoras/es es muy escaso, además de inadecuado, al igual que el que se les facilita a los usuarios, que prácticamente es inexistente o es, simplemente, el que llevan personas que trabajan en estos lugares conseguidos por sus propios medios.

Las llamadas a los teléfonos facilitados por el ayuntamiento no son útiles, ya que si no se tiene dificultad respiratoria no se está derivando a hospitales, como es lógico, pero el contexto y las necesidades de estas personas les impiden aislarse en su casa o en su cuarto para poder llevar a cabo la cuarentena, como sería lo indicado. Mientras que otras personas tras notar los síntomas asociados al COVID-19 se aíslan en su casa, esta población no puede y los espacios creados para que se refugien durante esta época sin ser multados, son casi peores que la misma calle, como ellos mismos dicen: en la calle pueden mantener el aislamiento social, en estos centros no. Tienen miedo, como tenemos todas y todos, pero el suyo es aún mayor, porque además de que muchos de ellos tengan enfermedades crónicas de base, se les está obligando a estar confinados con muchas otras personas, incumpliendo así las medidas de seguridad establecidas por la OMS, siendo imposible el aislamiento y las medidas higiénicas necesarias, por mucho que las y los trabajadoras/es se impliquen y por mucho que se limpien las zonas cada poco tiempo, si los espacios son insuficientes el virus puede propagarse a sus anchas por estos lugares, se lo estamos poniendo muy fácil.

¿Por qué no tomamos más medidas? ¿Es qué no importan estas personas? Hace años hice un voluntariado con personas sin hogar en una ONG llamada Bokatas, en esta me hablaron desde su conocimiento de muchos años de formación y de estar día a día con esta población a pie de calle, sobre cómo estas personas llegan a este punto. Recuerdo, que me dijeron que suele deberse a una serie de acontecimientos traumáticos, durante nuestra vida sufrimos aproximadamente tres sucesos que cambian nuestra percepción y posiblemente, nuestras decisiones futuras; las personas que han acabado viviendo en la calle, generalmente, han sufrido siete o más hechos traumáticos en poco tiempo (pérdida de empleo, de personas queridas, desahucios, discriminaciones institucionales o sociales, raciales o sexistas…) y, además de esto, no han contado con una red de apoyo como la que pueden contar muchas de las personas que estén leyendo esto, esta falta de redes, unida a los pocos recursos sociales existentes son uno de los motivos que hacen que las personas sin hogar acaben viviendo en la calle.
No se trata de estigmatizarles para quitarles sus derechos, no son personas que tengan una adicción y no quieran dejarlo ni personas violentas ni ladronas, dejemos los bulos y prejuicios de una vez. Se trata de seres humanos que, como nos podría haber pasado a cualquiera de nosotras/os (o nos puede pasar en un futuro), han tenido una serie de problemas y una falta de apoyo que ha acabado derivando en esta situación, como personas que son, deberían tener las mismas posibilidades de no contagiarse y los cuidados necesarios para que el coronavirus no les afecte y puedan salir de esta crisis sanitaria de la mejor manera y con las menores secuelas posibles.

Marina Martín Lázaro
Enfermera en centro de acogida de personas sin hogar