Descripción
Actualmente, los trasplantes de órganos en pediatría son un tratamiento eficaz tanto para patologías irreversibles de ciertos órganos esenciales para la vida, como para la mejora de la calidad de vida en otra serie de patologías, en los casos en los que los beneficios del trasplante superan ampliamente los riesgos tanto de la cirugía como de la inmunosupresión.
Dentro de la población general, los niños suponen un 3-10% de los pacientes trasplantados, variando en función del injerto. Algunos de los trasplantes más frecuentes en la edad pediátrica son el hepático, renal, intestinal y cardíaco, o la combinación de varios de ellos.
En los últimos años ha ido aumentando la frecuencia de trasplantes combinados (hígado-riñón, hígado-páncreas, corazón-pulmón, corazón-riñón) dando respuesta a pacientes con insuficiencia de varios órganos simultanea combinada.
Los trasplantes suponen una mejoría física y psicológica notoria en el paciente pediátrico, pero su manejo clínico es complejo, pudiendo presentar complicaciones importantes como son el rechazo, que supone una situación de urgencia, y la infección, frecuente e importante en este tipo de pacientes sometidos a inmunosupresión, requiriendo una identificación e inicio precoz del tratamiento en ambos casos. Así mismo, tanto el paciente como su familia precisan recibir educación tanto sobre lo que significa ser portador de un trasplante como sobre la medicación y la importancia de su adecuada administración. Del mismo modo, este tipo de pacientes van a precisar una valoración y seguimiento continuo y prolongado de su nutrición, crecimiento, ejercicio, integración psicosocial y adaptación familiar; es por ello que precisa de un equipo multidisciplinar correctamente formado para poder ofertar todos los cuidados que estos niños necesitan.