Descripción
Las convulsiones en el período neonatal constituyen la expresión clínica más importante de la disfunción del Sistema Nervioso Central. Se manifiestan por una alteración en la función neurológica ya sea motora, de la conducta, autonómica o por una combinación de ellas.
El rápido reconocimiento de estos procesos y el inicio de un tratamiento eficaz y específico mejoran el pronóstico de estos pacientes. Los cuidados intensivos neonatales han mejorado el pronóstico de las convulsiones, descendiendo la mortalidad del 40% en 1969 al 15% en la década de los ochenta.
Por otro lado, los vómitos pueden ser reflejo de una enfermedad grave y que enmascare, entre otros, un problema neurológico. Los síntomas y signos que sugieren un origen neurológico son vómitos no precedidos de náuseas, cefalea, convulsiones, alteraciones de la marcha o el equilibrio, disminución del nivel de conciencia, fontanela abombada, estrabismo agudo, visión borrosa, signos de focalidad neurológica, signos meníngeos positivos. La existencia de bradicardia, hipertensión y respiración irregular (triada de Cushing) debe alertar de la posibilidad de una hipertensión intracraneal grave con riesgo inminente de herniación cerebral.
Con respecto a las anomalías de la médula espinal, la espina bífida y, más concretamente, el mielomeningocele, es la malformación congénita del tubo neural más grave compatible con la vida y la segunda causa de discapacidad física en la infancia, después de la parálisis cerebral.
Múltiples estudios resumen que el feto expuesto a drogas presenta retardo del crecimiento intrauterino, parto prematuro, compromiso neurológico caracterizado por microcefalia, temblores, irritabilidad, llanto agudo, convulsiones; depresión respiratoria, apneas, taquipnea, alcalosis respiratoria, cianosis, intolerancia alimentaria; vómitos, diarrea; enterocolitis necrotizante, perforación intestinal, etc. Actualmente se está estudiando a largo plazo consecuencias sobre el comportamiento, dificultad en el aprendizaje, retardo mental, capacidad motora alterada, epilepsias e incluso efectos psiquiátricos.
Por todo ello, se hace necesario que los profesionales enfermeros sean competentes en la prevención, tratamiento y seguimiento de los recién nacidos que presenten cualquier sintomatología neurológica.