Descripción
Tanto al nacimiento como durante la vida de un niño pueden presentarse factores de riesgo, complicaciones, malformaciones, accidentes o enfermedades graves que pueden obligar a su hospitalización en una Unidad de Cuidados Críticos, bien pediátricos o neonatales, en función de su edad; sin embargo, estas situaciones generalmente resultan inesperadas y tanto el niño como sus familiares tendrán que adaptarse a modificaciones en su rutina diaria.
La hospitalización de un niño en una unidad de cuidados críticos pediátricos (UCIP), es la mejor opción para el tratamiento del niño críticamente enfermo, ya que aumenta su supervivencia y proporciona de forma general un mejor cuidado del mismo; este ingreso puede tener lugar desde el servicio de urgencias, la hospitalización pediátrica, el quirófano, el servicio de neonatología o bien ser procedente de otros hospitales, y como causas más frecuentes de internamiento se encuentran las patologías respiratorias, seguidas de los traumatismos, los postoperatorios quirúrgicos, el shock séptico, las patologías neurológicas y la patología cardiovascular, entre otras . Todos estos pacientes se ven beneficiados de los avances tecnológicos y médicos que han tenido lugar en las últimas décadas, disminuyendo la mortalidad de los mismos.
Los profesionales de enfermería desempeñan un papel fundamental, asumiendo la responsabilidad de los cuidados continuados, de la monitorización clínica y de la aplicación y mantenimiento de las medidas técnicas y terapéuticas indicadas en cada caso, proporcionando tratamientos y cuidados de alta complejidad y especificidad, a pacientes gravemente enfermos. Sabiendo dirigir sus intervenciones y cuidados a la valoración y manejo de las necesidades tanto del niño como de la familia, no sólo en el ámbito clínico, sino también en el social, emocional, de información y de acompañamiento.