Descripción
La vacunación es una de las intervenciones más eficaces y seguras en Salud Pública.
Los programas sistemáticos de vacunación han permitido la erradicación de enfermedades como la viruela o la interrupción de la transmisión de la poliomielitis en casi todo el mundo. La mejor prueba del poder de las vacunas en el control de enfermedades infecciosas es que, en cuanto decaen las coberturas vacunales, las enfermedades no erradicadas repuntan, como ha ocurrido con el sarampión en Europa en los últimos años.
Las vacunas actuales tienen un gran perfil de seguridad, mucho mayor que el resto de los medicamentos, y se espera que su beneficio y protección contra la enfermedad sea superior al riesgo de un efecto adverso. Pero a pesar de ello, pueden aparecen, aunque suelen ser leves y poco frecuentes. Para su detección y control existen en todos los países sistemas de declaración o notificación de posibles efectos adversos relacionados con la administración de las vacunas. A pesar de ello, la relación beneficio/ riesgo es muy favorable.
El miedo a los efectos adversos ha sido la clave de la resistencia hacia algunas vacunas, como ocurrió en Francia con la hepatitis B o en el Reino Unido con la triple vírica, ello conduce a una disminución de la cobertura vacunal, en algunos países y como consecuencia la reactivación de enfermedades inmunoprevenibles, que ya habían casi desaparecido, surgiendo brotes muy importantes.
El acceso a las redes sociales y a los medios de comunicación por parte de la población ha facilitado información sobre los riesgos y los efectos negativos relacionados con la vacunación. Ante la aparición de estos grupos llamados “antivacunas” deben modificarse las estrategias de actuación para abordar las preocupaciones de la población derivadas de la controversia frente a la vacunación, generando confianza y motivando políticas vacunales tanto a nivel nacional como internacional.