8 de cada 10 profesionales enfermeros sufren ansiedad en su espacio de trabajo

Ene 26, 2018

Google delata cada año las búsquedas más realizadas en su buscador. Resulta curioso que la de “cómo evitar la ansiedad” se repita continuamente en el tiempo. La ansiedad y el estrés comienzan a percibirse con mayor facilidad en los pasillos del hospital: desde el paciente hasta el enfermero, se hace eco entre las paredes.

Satse elaboró un estudio a nivel nacional sobre el estrés en el profesional enfermero y los datos demostraron que esta búsqueda online, tan repetida en el tiempo, también se cuela en el 80% de la salud de los enfermeros.

GuíaSalud.es define la ansiedad como “una anticipación de un daño o desgracia futuros, acompañada de un sentimiento de disforia (desagradable) y/o de síntomas somáticos de tensión. El objetivo del daño anticipado puede ser interno o externo. Es una señal de alerta que advierte sobre un peligro inminente y permite a la persona que adopte las medidas necesarias para enfrentarse a una amenaza”.

Ese sentimiento desagradable, tensión y amenaza que predica la definición se contempla en los encuestados, de los que el 51% aseguran estar “quemados” y el 71% sufren agotamiento emocional.

Cuando los casos de ansiedad se convierten en cifras, el estado de salud de nuestros enfermeros comienza a ser un problema serio. Es más, el problema se agrava cuando el estrés se traslada a la relación enfermero-paciente. De hecho, el 83% de los encuestados cree que no tiene tiempo para atender a los pacientes como deberían y un 72% confirman que la atención a los pacientes ha empeorado ¿A qué se debe? Según el 81%, a la falta de personal.

Si se valorasen a los profesionales por su aportación y no por su categoría profesional, quizá no estaríamos hablando de falta de personal ni mucho menos de ansiedad.

A todo esto podemos añadir la falta de horas de sueño –o, en su caso, un descontrol en el horario debido a las continuas jornadas nocturnas que se solapan con diurnas-.

Algunos síntomas inequívocos de ansiedad son las pulsaciones aceleradas, la rigidez y hormigueo en brazos y piernas, el dolor en el pecho o, incluso, abdominal y una sensación de ahogo acompañada de sudoración y temblores, entre otros. Son síntomas que, si se suceden, pueden llegar a ser peligrosos para la salud del individuo, ocasionando problemas cardiovasculares, posibles úlceras y malas digestiones, mayor probabilidad de asma o, incluso, debilitar el sistema inmune y, por ende, ser propenso a un mayor número de infecciones.

El enfermero y Director de Postgrados de FUDEN, Marcos Rojas, comenta que “estos síntomas afectan, además, a la labor del enfermero y su desempeño con el paciente. No poder ofrecerles el mejor servicio hace que la ansiedad aumente. Si esto sigue así, los enfermeros nos terminaremos convirtiendo en los pacientes de aquel sistema sanitario que normalmente atendemos”.