Amelia Amezcua
Enfermera. Directora de la Fundación para el Desarrollo de la Enfermería, FUDEN.
La primera edición de los premios Hygeia llega a su fin, y espero que hayamos conseguido el objetivo que nos movió a organizarlos en Fuden. El certamen de cortos sobre la enfermería y la fisioterapia perseguía, como ya les hemos contado, visibilizar y poner en valor el trabajo de estos profesionales, ver a la Enfermería y la Fisioterapia como nunca antes la habíamos visto. Y podíamos habernos quedado ahí y haber visto los cortos cómodamente cada uno en su sofá, y ya está; pero decidimos que esto no podía ser.
Queríamos recuperar estos espacios de contacto directo, compartidos, generar esta conexión, encontrarnos de frente, sentirnos, olernos, recuperar la espontaneidad de las palabras y el temblor de manos que tiene el directo.
Y qué mejor día que el día internacional de la Enfermería; y qué mejor medio que el cine, para congregarnos y al tiempo aislarnos, para crear esta burbuja de celebración y espectáculo, dentro de esta dura realidad cotidiana que estamos viviendo el mundo entero y muy especialmente las Enfermeras y los más frágiles y vulnerables.
Porque el cine es al tiempo espectáculo y pensamiento; y también es documento de la vida de una época. Con solo entrar en la sala, se inicia en la persona un proceso de implicación y conexión, que trasciende la simple visión de la película. Somos capaces de empatizar con las situaciones que se recrean, con los protagonistas, experimentamos sus sentimientos, exploramos la adversidad y nos emocionamos con ellos.
El cine, como la música, es capaz de generar diferentes estados anímicos, y eso es fundamental, porque forma parte de lo “intangible” de la vida, de lo que no podemos contar ni acumular, tan solo vivirlo como esencial; como pasa con los cuidados.
El cuidado implica más allá del acto técnico, un lado humano e intelectual poco visible, pero que en la gran pantalla es posible reflejar. Por eso, los cortos son una gran oportunidad de poner en valor nuestro trabajo y poner el foco en lo no cuantificable pero que, sin duda, es lo que llega al corazón de las personas: en esa canción y esa mirada de Berta, en esa rabia en la voz de enfermera bonita, en esas narrativas por teléfono de Laura, y como no, en esa voz y el espíritu de Florence Nightingale. Y es que hay algo más que el cine y los cuidados también comparten; y es que detrás, hay una gran trabajo y muchas horas de preparación, que sin embargo, se proyecta, se trasfiere, se genera, en unos minutos o incluso segundos.
Tras cada intervención enfermera, tras cada “vacuna” por ejemplo, hay un conocimiento científicamente respaldado, y culturalmente aceptado, además de un “saber hacer”; hay una valoración, vigilancia, planificación y educación realizados con diligencia y efectividad, que suelen pasar inadvertidas, además del compromiso con la vida de las personas.
Así que, si todas estas dimensiones del cuidado y del trabajo de la enfermería y la fisioterapia se plasman, se proyectan y se trasmiten cuando se crean los cortos, y cuando desde la butaca los contemplamos serenamente, solo puedo decir que larga vida a los premios Hygeia, y que esta sea la primera de muchas ediciones y compartamos muchas más galas.
Muchas gracias a todos.