Contra el movimiento antivacunas ¿qué podemos hacer nosotras, las enfermeras?

Feb 19, 2019

«No creo que el perfil antivacunas sea siempre el del conspiranoico del Lobby farmacéutico. Creo que es muy probable que a muchos de esos padres les mueva el miedo por haber vivido alguna situación anterior que les hiciera perder la confianza en el gremio sanitario» ¿Qué podemos ofrecerles nosotras, las enfermeras?. #OpiniónFuden por Leticia Piney

Hace algunos días leí un informe de la asociación española de pediatría sobre la situación de la obligatoriedad legal de vacunación infantil en distintos países de Europa. Al leerlo me pareció que podía ser una medida de presión eficaz para conseguir que los padres vacunaran a sus hijos, pero ¿eso sería la solución final del problema antivacunas? ¿obligarles a ponerles ciertas vacunas haría que cambiaran su parecer respecto a la seguridad de la vacunación?

El tema de “los antivacunas” -nombrados como si de una secta se tratara- está de actualidad; lo vemos todos los días en redes sociales, artículos, entradas de blogs de enfermeras o pediatras e incluso como memes o chistes. La OMS hace poco señaló que la amenaza de este movimiento era un riesgo para la salud global.

Es importante que nos paremos a pensar qué hay detrás de todo esto. Lo fácil, lo que nos pide el cuerpo, es culpabilizar y criminalizar a esos padres que no vacunan a sus hijos. Como colectivo, los antivacunas son señalados e insultados de forma sistemática en redes sociales. Hace poco leí una publicación en las redes que resume este fenómeno; decía: “¿Por qué no vacunas a tu hijo? Por qué le odias, por qué odias a otros niños, por qué quieres acabar con la humanidad y por qué estás muerto por dentro”.
Como madre y enfermera a mi también me resulta inimaginable qué puede llevar a un padre a someter a su hijo al riesgo que conlleva no estar vacunado. A mi también me parece increíble que en el siglo XXI todavía haya gente que ponga en duda que las vacunas salvan millones de vidas y son seguras. También me da miedo pensar en el peligro que conlleva para nuestros hijos y el resto de personas que el número de no vacunados aumente cada año a pesar de que el acceso a las vacunas esté cada vez más extendido. Pero creo que el primer paso para trabajar en este problema no es hacer una caza de brujas a esos padres. Debemos pensar en qué es lo que les lleva a tomar esa decisión tan grave. No creo que el perfil de un antivacunas sea siempre el del conspiranoico del Lobby farmacéutico, que creen que los laboratorios son una especie de diablo codicioso que solo quiere enriquecerse a costa de la salud de nuestros hijos. Creo que es muy probable que a muchos de esos padres les mueva el miedo por haber vivido alguna situación anterior que les hiciera perder la confianza en el gremio sanitario; padres mal informados, desinformados y equivocados.

Por ello desde el colectivo sanitario, y en concreto el que estamos en contacto con madres, padres (futuros y presentes) y niños, debemos hacer autocrítica. ¿Hay algo que estemos haciendo mal? Hoy por hoy, y ya desde hace algunas décadas, estamos teniendo que adaptar nuestra forma de llegar a nuestros pacientes. Venimos de un modelo de cuidado paternalista en el que se les daban una serie de pautas a los padres y estos las seguían a pies juntillas. No había cuestionamiento ni necesidad de dar un por qué a esas pautas. Pero hoy en día, en muchos casos, la mujer y el hombre que van a tener un hijo les gusta estar informados, piden información, vienen con dudas de cosas que han consultado y demandan que el personal les explique el cómo, el cuándo y el por qué. Si no estamos preparados y esta demanda de información no es cubierta lógicamente esas personas buscarán la información donde sea más fácil conseguirla y estarán a la merced de la ola de desinformación y de noticias falsas y sensacionalistas.
Es importante resaltar que sólo con introducir en Google las palabras “vacunas y autismo” salen 642.000 resultados. También es importante destacar que en la primera página de esta búsqueda, entre artículos de prensa y de asociaciones donde intentan mostrar y demostrar a sus lectores que no existe evidencia científica que avale la relación entre vacunas y autismo, hay una entrada que afirma “se confirma la relación entre autismo y vacunas”. Y esa es otra parte del problema, las noticias falsas y sensacionalistas que puedes encontrar a golpe de click. El daño que hizo Andrew Wakefield cuando publicó ese estudio fraudulento sobre la vacuna triple vírica servirá durante muchos años de fuente de desinformación para miles de webs que se apoyan en sus afirmaciones para verter noticias falsas. Y aunque desde muchos colectivos se hace un gran esfuerzo por mostrar la clara evidencia de que las vacunas son seguras siempre tendrán que luchar contra el gigante de la desinformación.

En conclusión, creo que la solución del movimiento antivacunas no pasa por criminalizar a los padres y que obligarles a golpe de reforma legal a vacunar a sus hijos no resolvería el problema de base, que es el miedo y la desinformación. Creo que desde nuestro colectivo debemos ser parte de la solución, esforzándonos por recuperar la confianza de este colectivo, tratar de entender los motivos que les llevan a tomar esas fatídicas decisiones y ofrecerles información fiable y actualizada para contrastar su miedo.

Leticia Piney,
Enfermera y Responsable de Formación Urgencias FUDEN