El duelo del “sin nombre”. Pérdidas gestacionales precoces

May 30, 2019

El duelo del “sin nombre”. Pérdidas gestacionales precoces. #Opinión por Sara León

Se estima que entre un 10 y un 15 por ciento de los embarazos confirmados se interrumpen debido a un aborto espontáneo, la mayoría de ellos durante las primeras semanas de gestación. Sin embargo, aunque este acontecimiento pueda parecer normal en términos estadísticos, el hecho de que una mujer sufra un aborto de estas características no le resta trascendencia en términos emocionales y psicológicos.

El duelo es la reacción normal ante cualquier pérdida y aunque la vida es una sucesión continua de pequeñas y grandes pérdidas, nunca estamos lo suficientemente preparados para enfrentarnos a la pérdida de un hijo no nacido, aun cuando por nuestra profesión hayamos acompañado a cientos de mujeres en estos procesos de pérdida.

La forma en que comprendamos este proceso de duelo está relacionada con la forma en que manejemos la muerte en el medio cultural en el que nos movemos. Si la cultura en la que estamos inmersos ignora, oculta o evade la muerte tratándola como un tabú, no debería de extrañarnos que, por ejemplo, no encontremos en nuestra lengua ninguna palabra para designar al padre o madre cuyo hijo o hija ha muerto (lo que no se nombra no existe), y tengamos que acudir a la lengua hebrea para encontrar una similitud en la expresión «hore shakul”, cuya traducción literal es “padres afligidos”.

El duelo por la pérdida de un embarazo posee unas condiciones que lo diferencian de otros tipos de duelo. Y aunque lo que se pierde no es exactamente un ser querido y cercano con quien hemos compartido tiempo y vivencias, el proyecto de vida lleno de expectativas e ilusiones que se forja a través de la relación con ese misterioso ser que habita dentro del útero, queda truncado cuando el embarazo se interrumpe.

El “ser madre” o “ser padre” va mucho más allá que dar a luz y tener en brazos a un bebe y el dolor que aparece en la mujer o en la pareja por la pérdida de este embarazo, se transforma muchas veces, en una experiencia penetrante hasta el núcleo de nuestro ser.
Repetidas expresiones como “aun eres joven, puedes tener otros hijos” o “mejor esto a que el bebé venga mal”, suelen acompañar a la gran sensación de vacío que deja el duelo por el aborto, donde tratamos a ciegas de despedirnos de alguien a quien no hemos visto, tocado u olido pero de quien muchas veces ya lo sabíamos todo.

Porque siempre habrá alguien que te diga que es mejor ser positivos, buscar otro bebé y pasar página rápido, pero es posible que tu cuerpo y tu mente digan lo contrario y vivan más intensamente lo que se ha perdido que el deseo de un nuevo embarazo en el futuro.
El psiquismo de la mujer embarazada se encuentra en un estado de especial sensibilidad, y la información que se dé y como se dé, influye de manera fundamental en la vivencia inicial de la perdida. El profesional debe brindar toda la información disponible con respeto y empatía sin minimizar en lo traumático eligiendo las palabras que no niegan la realidad del hijo, la experiencia de maternidad y el dolor de la pérdida.
El acompañamiento en la mala noticia, realizándola en un entorno adecuado y el respeto por la expresión de las emociones que de ella se generen, pueden ser un factor decisivo en la vivencia de un tipo de duelo socialmente negado o desautorizado, el duelo del “sin nombre”.

Sara León
Responsable de Matronas en FUDEN