Descripción
Cinco de cada diez de las causas principales de discapacidad y muerte prematura a nivel mundial se deben a condiciones psiquiátricas. Los trastornos mentales representan no solo una inmensa carga psicológica, social y económica a la sociedad, sino que también aumentan el riesgo de las enfermedades físicas. Teniendo en cuenta las actuales limitaciones en la efectividad de las modalidades de tratamiento para disminuir la discapacidad debida a trastornos mentales y de conducta, el único método sostenible para reducir la carga causada por estos trastornos es la prevención.
Las ciencias sociales, biológicas y neurológicas han proporcionado contribuciones significativas al rol de los factores de riesgo y protección en las vías evolutivas de los trastornos mentales y salud mental deficiente. Los factores de riesgo y de protección, ya sean biológicos, psicológicos, sociales o de la sociedad, así como sus interacciones, han sido identificados en diferentes etapas de la vida, incluso en la etapa fetal. Muchos de estos factores son maleables y por lo tanto son objetivos potenciales para las medidas de prevención y promoción. La alta comorbilidad entre los trastornos mentales y sus interrelaciones con las enfermedades físicas y problemas sociales, destacan la necesidad de crear políticas de salud pública integradas, dirigidas a conjuntos de problemas relacionados, determinantes comunes, etapas tempranas en las trayectorias de problemas múltiples y poblaciones en diferentes riesgos.
Tras el cambio de paradigma que supuso el paso a la desinstitucionalización y desarrollo de la salud mental comunitaria, cobran especial relevancia, en la actualidad, las cuestiones relativas a la promoción de la salud mental y la prevención de los trastornos mentales. Diversas circunstancias han contribuido al desarrollo de estas nuevas perspectivas: la relevancia de la carga derivada de la mala salud mental, tanto en el ámbito individual, familiar, como social y económico, y una contribución elevada a la morbilidad y a la mortalidad global, así como a una merma de la calidad de vida en estas sociedades.
Los resultados de la experiencia asistencial, centrada en la provisión de servicios de atención a la salud mental, demuestra que para alcanzar mejores niveles de salud mental positiva no basta con tratar los trastornos mentales, sino que son necesarias políticas y estrategias dirigidas de forma específica a mejorar la salud mental. Ello implica modificar el énfasis puesto por la perspectiva tradicional centrada en los trastornos mentales, hacia un nuevo enfoque que considere seriamente todo lo relativo a la salud mental entendida como un concepto con entidad propia y no sólo definida por la ausencia de trastorno. Asimismo, el cambio de enfoque debe también trascender de una consideración de la salud mental como una circunstancia individual, proyectándose a una aproximación centrada en la salud mental de toda la población.
La historia en prevención de salud mental se remonta a más de 100 años. Desde los primeros días del movimiento de la higiene mental a principios del siglo XX, se han generado muchas ideas sobre las posibles estrategias para prevenir problemas de conducta y trastornos mentales en niños y adultos. Estas ideas se han convertido parcialmente en actividades experimentales realizadas en la atención primaria de la salud y escuelas y en prácticas de salud pública. Sin embargo, el desarrollo sistemático de los programas de prevención basados en la ciencia y los estudios de control para probar su efectividad, no se iniciaron hasta alrededor de 1980. Durante los últimos 25 años, el campo multidisciplinario de la ciencia de prevención en salud mental ha evolucionado a un ritmo rápido, facilitado por un aumento en el conocimiento de los factores maleables de riesgo y protección.
La Organización Mundial de la Salud, ha prestado tradicionalmente una gran atención a los temas de salud mental.
El primer informe que realiza en 2004, lleva por nombre “Promoción de la Salud Mental. Conceptos, evidencia emergente, práctica”. Las recomendaciones clave contenidas en el informe pueden resumirse así:
- La promoción de la salud mental puede lograrse mediante intervenciones sociales y de salud pública efectivas.
- La colaboración intersectorial es la clave para los programas efectivos de promoción de la salud mental.
- La sostenibilidad de los programas es indispensable para su efectividad.
- Se necesita mayor investigación científica y evaluación sistemática de los programas para aumentar la base de evidencia, así como para determinar la aplicabilidad de esta base de evidencia en entornos de amplia diversidad de cultura y recursos.
- Es necesaria la acción internacional para generar mayor evidencia, para ayudar a implementar programas efectivos y para fomentar la colaboración internacional.