Descripción
La esencia de la actividad enfermera es en el cuidado. Cuidar es un acto de vida e implica todos los aspectos necesarios para permitir que la vida continúe y se desarrolle (Marie Francoise Collière, 1993). El cuidado enfermero constituye la profesionalización de esa práctica del cuidado, tan antigua como la humanidad misma porque, desde el comienzo de la vida, existe el cuidado. La profesión que hoy conocemos como enfermería ha sido posible gracias a la formación constante de las enfermeras en el proceso de cuidar, investigando e incorporando las evidencias científicas a la práctica diaria y convirtiéndose en una profesión con cuerpo de conocimiento propio.
A lo largo de la historia, el cuidado ha sido percibido desde diferentes perspectivas, otorgando principalmente a las mujeres la responsabilidad del mismo. La sociedad de hoy demanda que la gestión del cuidado no esté relacionada en función del género ni del rol social, sino que se relacione con la excelencia y con la evidencia. La constante aparición de avances científicos, las evidencias que indican aquellas prácticas que comúnmente se realizan y no resultan beneficiosas para las personas o la lucha contra el “siempre se ha hecho así” son tres de los motivos fundamentales que justifican la importancia de la formación continua en la gestión del cuidado. Debido a la constante producción científica, es innegable que, para cualquier profesional de la salud, resulta imposible tener conocimiento de todos los avances que se producen. Por ello, resulta indudable que todas las enfermeras deberían disponer de las herramientas necesarias para buscar, encontrar, consumir y aplicar las evidencias científico-técnicas disponibles en su ámbito de interés. Para conseguirlo, la formación en gestión del cuidado enfermero se perfila como uno de los pilares de la excelencia, ya que es una forma de facilitar que el conocimiento en forma de evidencias llega a los pacientes.