Descripción
El progreso ha supuesto una mejora sustancial de las condiciones socioeconómicas, además de importantes avances a nivel sanitario en general, incluido por supuesto el área pediátrica. Esto ha permitido descender de manera considerable la morbimortalidad infantil en los países desarrollados.
En España, al igual que en Europa, los accidentes son la causa más importante de mortalidad infantil. Se debe tener en cuenta que, por cada muerte, alrededor de un centenar de niños sufren lesiones que pueden requerir hospitalización y dejar secuelas a medio o largo plazo. Aunque las tasas de mortalidad por accidente doméstico han ido disminuyendo de manera progresiva en los últimos años, todavía existe la posibilidad de intensificar las actuaciones de prevención destinadas a conseguir una mayor reducción.
Hay que señalar que, a pesar del elevado impacto social que se produce por el fallecimiento de un menor, la percepción general es que en nuestro medio no existe una clara conciencia de que la mayoría de los accidentes en la infancia puedan y deban prevenirse. En una encuesta realizada en el año 2008 en España se identifica con claridad como en la mayoría de las ocasiones los cuidadores atribuyen al azar la causa del accidente. En este sentido se puede interpretar el fácil acceso a los productos tóxicos que parecen haber tenido los niños que han sufrido intoxicaciones.
El hogar es el lugar más frecuente de accidentes en los niños menores de 5 años, pues son los que pasan más tiempo en él y necesitan explorarlo. Los lugares más peligrosos dentro del hogar son la cocina y el baño. Los accidentes más habituales según el INE, son las caídas, las intoxicaciones, las asfixias por sofocación, inmersión o por cuerpos extraños y las quemaduras por líquidos, estufas o aparatos eléctricos.
Las caídas y traumatismos son accidentes infantiles muy habituales y difíciles de prevenir. Las precipitaciones desde ventanas y balcones se producen con más frecuencia entre los 2 y los 6 años. Las consecuencias más graves de estos accidentes son los traumatismos craneoencefálicos por la posibilidad de secuelas neurológicas. La incidencia de TCE es mayor en varones y en niños menores de 2 años, debido principalmente a caídas en el hogar y en los mayores de 15 años debido a accidentes de tráfico y deportivos.
Por otra parte, la incidencia de quemaduras también es muy elevada; se calcula que casi el 1% de los niños sufren cada año una quemadura. El riesgo es mayor en invierno, en varones y en menores de 4 años.
El problema de los accidentes e intoxicaciones requiere una atención, por tanto, integral e integrada siendo la prevención y educación para la salud, herramientas fundamentales que los enfermeros deben poseer.