Descripción
Existen determinadas situaciones en la práctica enfermera que generan una obligación ético-legal, sobre el profesional sanitario, de hacer uso de todos aquellos medios terapéuticos que se encuentran disponibles, incluso de llevar a cabo intervenciones que restringen la autonomía y la libertad del paciente, como es la contención mecánica, cuyo uso por parte del profesional enfermero, provoca un impacto no únicamente a nivel físico, sino también emocional. Además de estos casos, el tratamiento en el ámbito de salud mental del paciente menor de edad, legalmente incapacitado o ingresado por orden judicial genera un número importante de dudas y crea dilemas éticos durante el tratamiento por parte de la enfermera.
La utilización de medidas coercitivas o de restricción física puede, potencialmente, vulnerar algunos de los derechos fundamentales de la persona si no responden a una correcta indicación o la realización técnica es inadecuada. Para evitarlo, siempre que se apliquen deberá hacerse dentro de la estricta legalidad, teniéndose en cuenta los principios éticos de no maleficencia, justicia, beneficencia y autonomía, así como tener especial cuidado con la intimidad y vulnerabilidad de la persona. No está de más insistir en que si el tratamiento no estuviera claramente justificado, debidamente indicado, o este fuera desproporcionado, el principio de no maleficencia se vería claramente vulnerado, lo cual significaría una mala praxis, moralmente inaceptable y jurídicamente sancionable, puesto que los principios éticos de mínimos no admiten excepciones.
Para lograr un uso limitado y justificado de las medidas coercitivas, es necesario tener procedimientos y normativas claras, además de profesionales bien formados. Por lo tanto, se hace imperativo que los profesionales conozcan las bases legales y las implicaciones éticas de estas medidas terapéuticas, así como las técnicas y los protocolos existentes, para lo cual es imprescindible la formación e información de los profesionales. Desarrollar una formación más completa y específica del personal de enfermería, puede ser una medida que evite, tanto malas praxis, como emociones negativas previas, durante y post intervención.