Descripción
El desarrollo científico y tecnológico de los últimos años ha aumentado la complejidad de la práctica clínica y la atención sanitaria, transformando los entornos asistenciales y convirtiéndolos en espacios más peligrosos para los pacientes. En este contexto, la calidad y la eficiencia de la atención sanitaria exige un compromiso institucional y político que dirija los esfuerzos al propósito central de “no hacer daño”, tal y como marca la Alianza Mundial de Seguridad del Paciente, en cuyas estrategias la enfermería tiene un papel fundamental.
Tanto La Organización Mundial de la Salud como La Comisión Europea, y tantas otras instituciones sanitarias y económicas, recalcan la importancia de mejorar la seguridad de los pacientes desde hace más de 10 años. Numerosos estudios internacionales, de entre los que destaca el de la propia OMS, analizó los eventos adversos en 26 países de entre los que se encontraba España, y reveló que la tasa de eventos adversos se situaba alrededor del 8%, de los cuales el 83% se podrían haber evitado.
Varios estudios nacionales (ENEAS, APEAS, EVADUR, EARCAS…) ponen de manifiesto el alto grado de evitabilidad de los eventos adversos que llega a ser del 50% en los hospitales y del 70% en atención primaria y urgencias, dejando claro que hay mucho que mejorar sobre este punto tan importante.