Descripción
Según Naciones Unidas, de todas las enfermedades no transmisibles, las enfermedades mentales son responsables de una pérdida del 37% de los años de vida saludables. Esto se ve reflejado en la menor esperanza de vida de estas personas, así como una disminución de los años de vida productivos. Las personas con problemas de salud mental presentan una peor adaptación a la sociedad y, especialmente, a la vida laboral. En muchas ocasiones esto se debe, más que a la propia enfermedad, a conductas disruptivas o inadecuadas que, no siendo condición de la enfermedad, sí que están relacionadas, o son más frecuentes, en personas con trastornos de la salud mental. Estas conductas son, por ejemplo, agresividad, coprolalia, adicciones, poca adherencia terapéutica, conductas invasivas, negativistas, desafiantes, etc.
Un grupo particular de personas con problemas de conducta dentro del ámbito de salud mental, son aquellos con trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH) o aquellos que presentan algún tipo de trastorno del desarrollo como el autismo o el asperger, o alguna discapacidad intelectual. Los problemas de conducta en estos grupos suelen ser bastante frecuentes, y llegan a comprometer la calidad de vida y nivel de funcionamiento social de estas personas, todo esto provoca serios problemas de interacción social que comprometen su autonomía e independencia, así como su incorporación al mundo laboral.
Hay dos ejemplos en la literatura de programas ya implementados en los que se disminuyeron las conductas disruptivas en niños y adolescentes, gracias a la implementación de terapia de modificación de conducta, en un 74% y un 20% respectivamente.
Para los profesionales enfermeros la aplicación de este tipo de terapias aborda el ámbito biopsicosocial de las intervenciones y se apoya en el sistema de clasificación de procedimientos de enfermería (NIC) con el código 4360.
Esta intervención promueve el cambio de conductas indeseables, con el fin de proporcionar al usuario de los diferentes servicios de salud mental, un mayor afrontamiento hacia su proceso de enfermedad, autonomía en su tratamiento, así como adherencia a él, disminuyendo la ansiedad y mejorando la calidad de vida.
El manejo de las distintas técnicas de modificación de conductas exige que el profesional tenga un conocimiento básico y global de éstas, para poder establecer normas o poner límites a las conductas disruptivas y conseguir así los diferentes objetivos.