‘Valer para todo’ y la Enfermería

May 3, 2018

Cuántas veces hemos escuchado que el personal de enfermería vale para todo, que no importa ni la unidad ni el servicio al que se traslade, ni si son pacientes adultos o niños, o si acaban de dar a luz o han sido sometidos a una extracorpórea ¿Es esto cierto? #Opinión Fuden. Manuel Camós. Enfermero

Para muchos, esta afirmación cobra la misma veracidad como que la tierra es redonda (alguno habrá que lo rebata) y se manifiesta en el día a día de muchos centros hospitalarios, unidades de cuidados, centros de salud, servicios de emergencias, etc. Pero, ¿y las especialidades de enfermería? Pues la especialidad de enfermería es una realidad teórica con una progresión irregular, muy lenta y sin implantación práctica (a excepción de una o dos especialidades) ¿El motivo? Todos nos lo imaginamos, pero la realidad es que mientras se implanta definitivamente (desde hace ya 12 años), el personal de enfermería vale para todo. Y este “vale para todo” es un arma de doble filo que afecta tanto al personal de enfermería, como al paciente, o a la administración. Al paciente porque se le está privando, entre otras cosas, de la máxima calidad posible en los cuidados, de una mayor seguridad, etcétera; a la administración, porque si intentamos no tener una visión cortoplacista en la que la implantación de la especialidad supone un aumento del gasto y miramos a largo plazo, el beneficio económico es evidente; y afecta al personal de enfermería, porque le supone, además de muchas otras cosas negativas, un estrés añadido al inherente a la profesión (de todos es sabido el burnout que sufrimos).

La especialización en Enfermería, una realidad teórica. La indeterminada especialización enfermera nos convierte, mientras, en devoradores de formación

Cuando pienso en todo esto es inevitable recordar lo que decía mi madre y os habrán dicho muchas veces. y que es completamente cierto… “Quien mucho abarca, poco aprieta”. Con las nuevas competencias adquiridas, el nivel de especialización actual y con el avance de las nuevas tecnologías, terapias, cuidados, etc. ¿cómo es posible que valgamos para todo? El marco competencial del enfermero de urgencias y emergencias no es el mismo que el de un enfermero de una unidad de hospitalización; ni éste del de una enfermera de cuidados intensivos. Y todo sin meterme en marcos competenciales de especialidades ya creadas, pero no obligatorias, para trabajar en las unidades en las que se requiere ese tipo de formación (mención aparte habría que hacer a la especialidad que se pretende crear de médico-quirúrgica).

En la actualidad, igual que hace 20 – 30 años, un enfermero recién egresado puede comenzar su andadura profesional en cualquier sitio (exceptuando las áreas específicas de la matrona), bien en función de la disponibilidad de contratos, o por las preferencias que los profesionales de enfermería han adquirido durante los años de estudio, o bien porque era tu sueño desde pequeño; y esto hace que desde el minuto uno (temerarios los hay en todas partes) puedas llevar pacientes con una alta complejidad (anciano frágil, pacientes politraumatizados, prematuros, niños), pacientes que requieren de unos cuidados específicos y muy especializados (asistencias extracorpóreas, trasplantes), o cualquier otro paciente cuyos cuidados requieren formación especializada (centros de salud, colegios y un sinfín más).

Todo esto, y gracias a la responsabilidad de los profesionales de enfermería, nos convierte en unos auténticos devoradores de formación para intentar suplir las carencias en el currículo académico de los estudios de grado (seamos realistas, los grados universitarios sólo asientan los cimientos y las estructuras del profesional que debemos ser); formación que no siempre es la mejor y que no necesariamente otorga las competencias adecuadas a cada puesto, dando una falsa sensación de seguridad. Por lo tanto, no creo que sea la solución. Creo que el modelo de especialidades en enfermería se puede enmarcar dentro de la gestión por competencia que tan buenos resultados está dando, mejorando la organización y maximizando los resultados de cada marco competencial; al fin y al cabo, se trata de definir claramente los perfiles de las especialidades, para que se pueda identificar el talento de cada profesional y potenciarlo, siendo el máximo beneficiado la persona, su familia o la comunidad objeto de nuestros cuidados. Permitirá desarrollarnos profesionalmente, centrando este desarrollo en el marco competencial al que pertenecemos, concentrando los esfuerzos y aumentando las capacidades de los profesionales y los resultados de los cuidados que recibe la persona o la sociedad.  Por cierto, modelo profesional que tiene su origen en la universidad (en los planes académicos) y que en el caso de la enfermería rara vez tiene continuidad en su labor profesional.

En cualquier caso, y mientras se implanta algún modelo definitivo, conviene antes de invertir todo nuestro tiempo y dinero en formación indiscriminada tener claro nuestras preferencias y dejarnos asesorar; dejarnos asesorar por compañeros que ya han pasado por lo que estamos pasando, que conozcan las necesidades de las distintas unidades, de los hospitales, que nos pregunten nuestras preferencias, que no se centren únicamente en conseguir todos los puntos de las bolsas de empleo a cualquier precio y que no busquen en nuestra necesidad su beneficio. No toda la formación a la que tenemos acceso nos va a ayudar a cumplir con nuestros objetivos y en muchas ocasiones, incluso, puede conllevar algún disgusto.

Aristóteles (384 – 322 a.c.): “La excelencia es un arte ganado a base de entrenamiento y hábito. No actuamos correctamente porque tengamos excelentes virtudes, sino que somos virtuosos porque actuamos correctamente. Somos lo que hacemos repetitivamente. La excelencia entonces, no es un suceso sino un hábito.”