Descripción
La mayoría de los niños tienen que lidiar con algún episodio de cólicos, reflujo gastroesofágico, vómitos o diarrea durante la infancia, siendo estas afecciones, uno de los principales motivos de consulta en los centros sanitarios.
En ocasiones, estos trastornos, se producen por una infección, están relacionados con la alimentación o se deben a una anomalía en el aparato digestivo, pudiendo provocar síntomas leves o desembocar en un problema grave de salud.
La OMS afirma que las enfermedades diarreicas son la segunda mayor causa de muerte a nivel mundial en los menores de 5 años, teniendo especial relevancia en los países en vías de desarrollo, aunque son enfermedades prevenibles y tratables. Para ello es imprescindible contar con unas buenas infraestructuras que faciliten el acceso al agua potable, el saneamiento y correcto tratamiento de las aguas residuales y unos servicios adecuados de salud. Las diarreas están consideradas además como una de las principales causas de malnutrición infantil.
Una de las amenazas más graves de la enfermedad diarreica es la deshidratación, por ello se busca contribuir a la formación de agentes de la salud, que puedan tratar esta complicación y orientar en los cuidados que se precisan para minimizar los riesgos. Las deshidrataciones suponen una descompensación en mayor o menor mediada de los aportes de agua y electrolitos en el organismo que pueden ocasionar síntomas leves como puede ser la lengua pastosa, la presencia escasa de la sed o por el contrario signos más graves como la aparición de anuria, afectación en el comportamiento en incluso el coma.
El principal reto al que nos enfrentamos es poder diferenciar una patología gastrointestinal leve o funcional de aquellas que conllevan una mayor gravedad y que en ocasiones, requieren la realización de pruebas complementarias para su diagnóstico e incluso el ingreso hospitalario.